21.8.11

"¡Cuba se cargó a la URSS!"


   Un alto funcionario disidente desvela las cifras del desastre.

 Fui jefe del departamento que atendía las relaciones con Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia. Negocié muchos de los créditos que Cuba recibió del campo socialista; una ayuda que no tenía ninguna sustentación económica, sólo política", se sincera Óscar Espinosa Chepe.

 Espinosa Chepe tiene 71 años, es economista y disidente. Pero antes de romper con el régimen de Fidel Castro trabajó durante décadas como alto funcionario en las entrañas del sistema de planificación centralizada que se construyó en la isla a imagen y semejanza del soviético. Hoy, tras dos estancias en la cárcel, múltiples interrogatorios y una orden de confinamiento que le impide salir de La Habana, dedica su tiempo a levantar acta del naufragio estructural de la economía de su país tras el hundimiento de la URSS.

 "En realidad, no fue Gorbachov. ¡Cuba acabó con la Unión Soviética! Lo que Moscú se gastó aquí es incalculable. Sólo en créditos impagados, los rusos estiman que perdieron unos 20.000 millones de dólares de la época; una cifra a mi juicio conservadora", dice vía telefónica a La Vanguardia desde su domicilio habanero.

 En la lógica de la guerra fría y en aras del internacionalismo proletario, Moscú se dejó en Cuba hasta la camisa. El cheque en blanco duró 30 años y cubrió todos los ámbitos de la vida en la isla. Desde la agricultura y el deporte hasta el ballet clásico, las fuerzas armadas, el transporte o las muñecas. Entre 1960 y 1990, se calcula que llegaron al país unos 18.000 soviéticos –sin contar asesores militares ni espías– para trabajar en el desarrollo del socialismo tropical. A su vez, entre 100.000 y 300.000 cubanos marcharon becados a la URSS para recibir formación técnica y académica en todo tipo de disciplinas.

 Cuenta Espinosa Chepe que la subvención soviética a las arcas sin fondo del régimen castrista consistía en "una ficción contable absoluta, mediante la que Moscú pagaba los productos que Cuba le vendía a un precio nueve o diez veces superior al del mercado y, a la vez, le proporcionaba petróleo a costos preferenciales". Así, el crudo soviético "se convirtió en la principal fuente de divisas para la economía cubana y su primer producto de exportación al mundo capitalista, que pagaba en dólares los barriles que recibía directamente de Bakú".

 Porque lo demás llegaba en especias –alimentos, maquinaria, productos de todo tipo– o en rublos. "Unos tres millones de rublos convertibles al día les costaba el subsidio", apunta el también ex diplomático, que prefiere no sacar la cuenta global de la fortuna dilapidada. "La ayuda sostuvo el sistema de salud y educación, pero no sirvió para desarrollar el país. Ni el campo ni la industria sobrevivieron al colapso de la Unión Soviética", añade.

 Tras el cataclismo, Moscú abandonó a los cubanos a su suerte. Los rusos se olvidaron incluso de sus inversiones en la isla –algunos cifran en 12.000 millones de dólares– y cortaron compras y suministros. "Para nosotros fue como si dejara de salir el sol", diría mucho después Fidel Castro, que en 1991 decretó el estado de emergencia económica con el llamado periodo especial: un regreso a la autarquía "que aún no ha terminado", sostiene Espinosa Chepe.

 Cuba logró sobreponerse a la brutal caída del 35% que su PIB sufrió en los primeros tres años de orfandad soviética. Se abrió al turismo, despenalizó la tenencia de dólares, autorizó los mercados campesinos y permitió la entrada de remesas. "Pero sobre todo –afirma el economista–, se entregó a otra dependencia: la venezolana. Caracas es el nuevo Moscú, aunque con menos recursos. De la URSS dependíamos, pero al menos recibíamos tecnología. ¿Qué pueden darnos los venezolanos a nosotros? ¡Nada!".


✒ Elisabet Sabartés @esabartes  | La Vanguardia | Domingo 21 de agosto de 2011.