9.10.12

Una crítica de un pensador sanmartiniano

 
 En la edición del suplemento cultural de este prestigioso medio (Nuevo Diario de Santiago del Estero) publicada el día 23 de septiembre del corriente año, el Lic. Guillermo Abregú critica una obra que no ha leído. Como soy el autor de la misma cuyo título es "José de San Martín ¿Un agente inglés?", que publicó ediciones Lumiere, sólo por ello, haré un par de reflexiones, puesto que es imposible polemizar con quién ignora aquello de lo que está hablando.

  Por supuesto que desde el inicio disculpo al Licenciado Guillermo Abregú por su falta de información, porque el libro se agotó, en su primera edición, en las librerías de Buenos Aires, apenas a los diez días de haber salido a la venta. Que no leyó la obra está reconocido por el mismo crítico al principio del texto, pero sobretodo por unas cuantas apreciaciones que formula y que dan prueba acabada de ello.

  Al parecer, apenas tomó conocimiento de unos comentarios de Rolando Hanglin, en el diario La Nación sin considerar tampoco otras opiniones que se han vertido con motivo de mi obra, pero que, sin embargo, fueron suficientes para exaltar su furia sanmartiniana. Un ejemplo de ello es cuando menciona a la obra de Rodolfo Terragno, sobre el plan de Maitland, como un antecedente central.

  Al respecto debo aclarar, que esta cita, es una de más de medio centenar que como bibliografía sirvieron a la investigación y que fueran referenciadas en el texto. Otro, es el apunte sobre la masonería, en el que parece interpretar que es a ella a quién yo me dirijo como el factor clave de la dependencia sanmartiniana al imperio británico. Con respecto a este punto escribí un largo capítulo, enteramente dedicado a demostrar que nada tenía que ver su condición masónica, con el servicio que prestara el General a la corona inglesa.

  Es más, él rechazó a sus hermanos y terminó enfrentado con la mayoría de ellos, en Argentina, Perú y Chile, lo que originó que tuviera que irse de los tres países en mala relación con sus contemporáneos y no pudiera regresar jamás, como tampoco pudo hacerlo a España que fue su patria, a la que debía su nacionalidad por el "ius sanguinis", vigente aún hoy, todavía, en la madre patria, donde estudiara, se educara y construyera su vida militar al igual que todos sus hermanos, que permanecieron leales a dicho ejercito y a dicho país al que jamás se les ocurrió traicionar.

  Por último, para hacer breve referencia a otra de sus apreciaciones, le dedico un capítulo también a la actuación sanmartiniana en Europa durante los dos bloqueos, tanto el francés como el anglo francés, que Abregú, por supuesto desconoce. Seguramente en una nueva edición del libro, el Licenciado Abregú podrá leer el trabajo y las pruebas de todo cuanto afirmo que profusamente incorporo al texto, y obviamente, como rechazo la soberbia y el pensamiento único acepto, que tal vez, podrían ser pasibles de una mejor interpretación de su parte o de cualquier otro interesado o conocedor.

  Claro que en este sentido me permito recordarle que al respecto, no ayudaran las expresiones voluntaristas y generalizadoras, como cuando sostiene: "'ante la consabida idea de San Martín y Bolívar de formar la gran nación latinoamericana'" o más adelante: "'mientras San Martín avizoraba el crecimiento hacia Latinoamérica para hacer de ella - junto a Bolívar ' la patria grande que soñaban'" Esto seguramente se debe a una expresión de deseos del crítico pero no tiene ningún fundamento histórico.

  Existen una cantidad innumerable de hechos que prueban que esa era la ambición y la obra de Bolívar, pero no así de San Martín. Esa gloria es del caraqueño, no podemos arrebatársela. Bolívar se comprometió con el destino de su pueblo. Luchó, vivió y murió en el, mientras que San Martín sólo cumplió una tarea en poco más de una decena de años, para después irse, como llegó, y no volver jamás.

  De este último sólo pueden recogerse algunas de sus expresiones en discursos o cartas desde el exilio, desde los que construyó su historia patriótica, pero no existe un solo hecho político en su actuación americana que lo acredite. Las palabras de los interesados no son buena fuente de la historia, puesto que no sólo nadie habla mal de sí mismo sino que generalmente, como diría Leopoldo Marechal, en ellas "se exhiben la cara limpia y se esconde el traste siniestro".
  La sociedad argentina ya superó su estadio primitivo y hoy, culta y evolucionada, exige respuestas a "misterios e interrogantes" que los mitos, como verdad revelada o los ídolos infrahumanos no pueden acordar. Sólo considerando a los próceres fundacionales como hombres de carne y hueso podremos aprender de sus ejemplos y de su abnegación.
 
✒ Antonio Calabrese, autor del libro ''José de San Martín ¿Un agente inglés?" | Nuevo Diario  | .

25.9.12

San Martín no fue agente inglés

 
 El autor de esta nota tiene como propósito dar una respuesta a la columna de Rolando Hanglin 'Una bofetada a San Martín', que apareció en La Nación, el 4 de setiembre de 2012, y que se refiere a un libro de un santiagueño.

  El general José de San Martín no fue agente inglés como sostiene en su libro ('San Martín ¿un agente inglés?') el Dr. Antonio Calabrese. Deslizar o afirmar semejante argumento, es producto de una distorsión histórica que cae frente a las fuentes mismas donde abrevó ocurrentemente: el libro del Dr. Rodolfo Terragno 'Maitland & San Martín', en el que su autor revela el plan de ese estratega escocés (realizado en 1799) para ocupar y luego emancipar las colonias españolas en Sudamérica. Plan del que resultan comparables las acciones llevadas a cabo por San Martín en su campaña libertadora (cruce de los Andes y llegar al Perú por el Pacífico, entre otras analogías), pero que no por ello, según sostiene el propio Terragno, significa que nuestro prócer máximo haya sido un agente al servicio de Gran Bretaña.

  Decir que el Padre de la Patria fue el ejecutor de un plan impartido por los ingleses, defendiendo esta antojadiza interpretación por el hecho de sus amistades militares y políticas británicas -entre otras conjeturas, a partir de la presencia de algunas de ellas visitándolo en estas tierras durante la guerra de la independencia- y porque la flota naval de la expedición Libertadora estaba conformada en gran parte por barcos extranjeros y por tripulantes ingleses, en un número de 600 hombres sobre un total de 1.600, es una disquisición que no tiene asidero, desde el momento en que nadie ignora que fue el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de Pueyrredón (y lo mismo ocurrió en Chile), quien autorizó fondos a fin de adquirir buques para formar la expedición, y para que se enviaran misiones a los Estados Unidos y Gran Bretaña, a cargo de Manuel Aguirre y Antonio Álvarez Condarco, respectivamente, para contratar naves y tripulaciones para las operaciones navales de la patria naciente. Valga decir que Aguirre llevó al presidente norteamericano Monroe, una comunicación de San Martín, diciéndole: 'El instrumento principal para la empresa de la libertad de América es el armamento de naves'. Agreguemos lo dicho por Norberto Galasso: 'La flota de guerra de las Provincias Unidas, forzosamente debía estar compuesta por ingleses y otros extranjeros, desde el momento en que no había marinos expertos criollos'.

  Conocida es la correspondencia y encuentros que San Martín mantuvo con el comodoro británico Bowles, a cargo de las fuerzas navales de esa nación en Sudamérica (ancladas en Brasil). Desde la primera estada de ese jefe naval en Buenos Aires, en el año 1814, el entonces coronel creador de los Granaderos cambiaría con él ideas sobre la guerra empeñada y, más tarde, por el deseo de obtener ciertas informaciones, reclamó su presencia en aguas de Chile, pero conjeturar a partir de esto que San Martín seguía instrucciones como agente británico, resulta un argumento que no puede pasar de la polémica como verdad.

La influencia masónica

 Por otra parte, tampoco nadie ignora que San Martín era masón (fue iniciado Maestro Masón en 1808, en la Logia Integridad de Cádiz; en Buenos Aires fundó la Logia del Ejército y luego la Logia Lautaro de Córdoba) y, en alguna medida, contó con el apoyo de sus hermanos masones establecidos en Londres para realizar la campaña independentista. Al respecto, también hay que tener en cuenta que Simón Bolívar (quien pertenecía a la 'Logia Estrella de Guayaquil') recibió el apoyo económico de los masones, con los que se entrevistó en Londres en julio de 1810, merced a las gestiones del revolucionario caraqueño Francisco de Miranda, fundador de la Gran Logia Americana de los Caballeros Racionales, quien operaba a ese nivel con la francmasonería inglesa, a fin de conseguir el respaldo necesario para afrontar los gastos del ejército bolivariano en su lucha contra los españoles en América. En este sentido, lord Wellesley -primer secretario del Estado inglés-, recibió a Bolívar en Londres, en su palacio de Apsley House, para darle el respaldo que buscaba. Y qué decir de la carta de Bolívar -firmada de puño y letra el 15 de mayo de 1815 en Jamaica, y entregada a Maxwell Hyslop- ofreciendo Panamá y Nicaragua a Inglaterra a cambio de armamentos, dinero y voluntarios 'que quisieran seguir las banderas americanas' ¿Entonces Bolívar también fue agente inglés, según la teoría de Calabrese? El apoyo militar y económico externo era indispensable para vencer a la potencia realista española, así como Estados Unidos tuvo el apoyo español y francés para independizarse de Inglaterra. Acudir en aquella época a la poderosa masonería europea, ligada a las logias lautarinas integradas por notables criollos afincados en el viejo continente -de las que también formaban parte destacados personajes británicos- era algo así como recurrir en nuestros días al Fondo Monetario Internacional en busca de ayuda económica para llevar adelante los planes trazados. Paradojas e intríngulis de las guerras independentistas americanas, o búsquedas de equilibrios si se prefiere.

 Al interrogante de quién influyó en Europa para que San Martín decidiera venir a América para luchar por la emancipación, cabe señalar que encontró seguro reparo en las ideas que expandía en las logias masónicas el venezolano Francisco de Miranda (que tenía el grado de general del ejército francés), teniendo particular interés en el grupo 'Conjuración de Patriotas' encabezado por el salteño José Moldes y por el que presidía en Cádiz otro salteño, José Gurruchaga, llamado 'Los Caballeros Racionales'. A esta institución gaditana pertenecía San Martín, y coincidían con la Gran Reunión Americana, fundada por Miranda y establecida en Londres, cuyos integrantes prometían trabajar por la independencia de América, y juraban 'no reconocer por gobierno legítimo de las Américas, sino aquel que fuese elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos y de trabajar por la fundación del sistema republicano'.

Ejemplos para refutar

 Quienes estigmatizan a San Martín como agente británico, deslizan que el Libertador no fue capaz de formar los Estados Unidos de Sud América porque a Inglaterra le convenía que hubiera naciones separadas para disminuir su poder ante los intereses de la Gran Bretaña. De más está decir que esta rebuscada y ofensiva conjetura, se desmorona ante la consabida idea de San Martín y Bolívar de formar la Gran Nación Latinoamericana, que fracasó por las pujas internas del poder, tanto en Venezuela como en el Río de la Plata.

 Sobran los hechos que desmienten la versión de un San Martín agente británico. Si de buscar indicios en este sentido se trata, entonces, más bien habría que poner el ojo en la figura de Bernardino Rivadavia, quien era pro-británico ('representante típico de los negocios ingleses', al decir de Galasso), y al que San Martín estuvo a punto de retarlo a duelo en 1825, precisamente porque Rivadavia lo hacía perseguir con espías y la visión económica de éste era hacia el exterior (Gran Bretaña), mientras San Martín avizoraba el crecimiento hacia Latinoamérica, para hacer de ella -junto con Bolívar- la Patria Grande que soñaban. ¿Acaso pasó al olvido el legado de San Martín a Juan Manuel de Rosas, obsequiándole el sable que lo acompañara en la campaña libertadora, tras la batalla que empeñaron los argentinos en 1845 contra las escuadras navales anglo-francesas en la Vuelta de Obligado?, cuando el general San Martín dijo: '¡Hemos demostrado a los invasores que los argentinos no somos empanadas que se comen con sólo abrir la boca!'. ¿Pudo un agente británico haber expresado esta muestra de patriotismo contra la Armada inglesa?.

 Si bien es cierto que, de acuerdo al libro que citamos de Rodolfo Terragno, nuestro Libertador llevó a cabo un plan de acción prácticamente idéntico al elaborado por el estratega escocés Thomas Maitland (que no se sabe si lo llegó a conocer personalmente), y sin saberse a ciencia cierta cómo se informó del mismo años después -y si lo hizo-, a la luz de las coincidencias con los pasos dados en su campaña libertadora, valga repetir los dichos de Terragno acerca de que 'San Martín (en aquellos días de la lucha por la independencia) consideraba a Gran Bretaña un aliado eficaz y confiable. No obstante, repudiaba todo afán inglés de colonizar Sudamérica'. En este sentido, el historiador británico J. C. Metford, reconoce que San Martín (en 1845) tomó partido por la Argentina y ponderó a Juan Manuel de Rosas por la férrea defensa de la soberanía frente a los ingleses.

 Por todo esto, resulta inconcebible tildar al Padre de la Patria como supuesto agente inglés -incluso dejar flotando el interrogante de si fue rentado o no-. Y algo más concluyente para desagraviar al héroe máximo de nuestra nacionalidad: ¿Qué ofrendaron San Martín y Bolívar a Inglaterra al lograr la independencia de las nuevas repúblicas sudamericanas?

Luz sobre las sombras

 Echemos más luz sobre las sombras que se han arrojado sobre la integridad patriótica y en desmérito del genio militar del Libertador, al poner en duda la originalidad de su plan militar, que más allá de las coincidencias con el plan de Maitland, demostró sobradamente su capacidad táctica y su inteligencia estratégica para organizar -sobre la marcha de los acontecimientos y resultados en la guerra de la independencia- la armada del Pacífico, porque él mismo había manifestado que fue la naval la carrera de su predilección, pues en naves de España sirvió dos años como infante embarcado, y 'dos marinas hermanas -de Chile y Perú- le deben sus desvelos y la de su patria el respeto con que siempre honró a sus figuras más representativas y al rol prestado por la escuadra en encuentros inmortales' al decir del capitán de Fragata, Héctor Ratto, en su estudio sobre la estrategia naval del Libertador, donde se destacan aspectos mal conocidos de la obra militar sanmartiniana.

 Decía Mitre que 'San Martín había combatido veintidós años bajo la bandera española (hasta el advenimiento del absolutismo del que renegó, agregamos) contra los moros, franceses, ingleses y portugueses, por mar y por tierra, a pie y a caballo, en campo abierto y dentro de murallas. Conocía prácticamente la estrategia de los grandes generales, el modo de combatir de todas las naciones de Europa, la táctica de todas las armas, la fuerza irresistible de las guerras nacionales', de modo tal que su genio lo llevó a cumplir con admirable precisión la campaña libertadora.

 Más aún, su ideal libertario y sus principios de moral política se manifestaron en cada acto y pensamiento de su existencia. Al despedirse San Martín de los peruanos, el 20 de setiembre de 1822, señaló: 'Mis promesas para los pueblos en que he hecho la guerra están cumplidas: hacer su independencia y dejar a su voluntad la elección de sus gobiernos'. Y antes, el 24 de junio de 1821, en una entrevista concedida al capitán Hall, oficial de la Marina Real de Inglaterra, afirmó que 'el país mismo juzgará cuáles son sus verdaderos intereses; es justo que los habitantes hagan conocer lo que piensan. La opinión pública es un nuevo resorte introducido en los asuntos de estas comarcas: ha llegado el día en que va a manifestar su fuerza y su importancia'. ¿Qué agente inglés, y ante un militar inglés, podría haber expresado estas virtudes de libertad de los pueblos, tras haberles dado su independencia, sin reclamar para nada derechos de conquista? Todo lo contrario al espíritu imperialista de invasión y ocupación que caracterizó a la Rubia Albión a lo largo de la historia.

 Bien está puesto el título de las dos notas que Rolando Hanglin publicó en el diario La Nación (4-11 y 11-9-2012) sobre el libro 'San Martín ¿un agente inglés'?, de Antonio Calabrese: 'Una bofetada a San Martín'' y a los argentinos, agregaríamos. Y por qué no, a los chilenos y peruanos también.
 
✒ Guillermo Adolfo Abregú | Nuevo Diario  | .
http://www.nuevodiarioweb.com.ar/nota/seccion/415441/martin-agente-ingles

2.4.12

"Los británicos no podían creer que era un único soldado el que los frenaba disparando"


 Él sólo frenó una avanzada británica y le permitió replegarse a 120 compañeros. “Disparé desde todos lados”, dijo a 24CON. Es el único civil de la historia con la máxima condecoración, cuando la recibió era analfabeto.

 La Guerra de Malvinas llevó a la batalla a miles de jóvenes conscriptos que, algunos con apenas meses de instrucción militar, lucharon fusil en mano contra las entrenadas tropas británicas. Entre los colimbas, muchos destacaron y pusieron en juego su valor y su vida por sus compañeros, pero entre todos ellos uno en particular demostró de lo que podía ser capaz.

 El Soldado Oscar Poltronieri era el encargado de utilizar una ametralladora pesada MAG como integrante del Regimiento de Infantería Mecanizado 6 de Mercedes. En una de las últimas batallas de la guerra, él sólo demoró el avance de los ingleses mientras sus compañeros se replegaban seguros. Su valor fue premiado, es el único civil de la Historia argentina que recibió la más alta condecoración. Tras la Guerra de Malvinas sólo 20 combatientes recibieron la Cruz La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate, Poltronieri es el único conscripto.

 “A mi la medalla me la dieron por lo que contaron los ingleses. Mis compañeros contaban lo que había hecho, yo relaté cómo había escapado, pero cuando los ingleses contaron cómo alguien los frenaba disparándoles, me dieron la medalla”, relató a 24CON.

 Aun cuando en la ciudad de Mercedes, hacia el oeste de Buenos Aires, apenas kilómetros fuera del Conurbano, una calle lleva su nombre y una plaza ostenta orgullosa un monumento a su figura, él se muestra humilde y sorprendido ante cada pregunta. Es que aunque sabe que lleva la misma medalla que los próceres argentinos, reconoce que no sabe cuán importante fue su trabajo.

 Ya cuando la mitad de junio había avanzado sobre las islas, al igual que las tropas inglesas, y el cerco de fuego se acercaba hacia Puerto Argentino, Poltronieri y su batallón se vieron cara a cara con el enemigo. “Mataron a un compañero que operaba otra MAG, me agarró una bronca… entonces me quede solo. Replegué una compañía mientras yo sostenía a los ingleses”, en pocas palabras Poltronieri resume cómo le salvó la vida a más de 100 compañeros.

 La superioridad numérica y técnica de los ingleses hacía que no detuvieran su paso. Mientras las tropas argentinas replegaban desde los cerros hacia la capital de las islas, continuaban disparando. Los morteros británicos impactaban entre los soldados que regresaban a Puerto Argentino. “Disparaba y me replegaba, y volvía a disparar. Tiré desde el cerro Dos Hermanas, desde el monte Longdon y monte Tumbledown. Los ingleses nunca supieron que era uno sólo”, afirmó orgulloso.

 Dos días después de que sus compañeros se replegaran y lo dejaran al joven soldado como única cobertura, reapareció en Puerto Argentino sin un solo rasguño. “Me dieron por muerto tres veces, pero las tres reaparecí tirando otra vez. Cuando volví al cementerio, donde habían replegado mis compañeros, no lo podían creer. Tuve un dios aparte”.

 Días antes de la guerra sufrió un incidente que casi lo aleja de su destino heroico: “se me metió una mosca en el oído, y me hizo gusanos. En el regimiento me atendieron y me los sacaron, casi pierdo el oído derecho. Entonces me firmaron la baja, me podía ir a mi casa, pero yo no lo firmé, no me quería ir, y unos meses después empezó lo de Malvinas… era mi destino”, explicó.

 Poltronieri se transformó en el héroe de los colimbas. El Congreso Nacional lo condecoró y él entendió que había cumplido. Sin embargo, no pudo leer lo que decía la cruz que le entregaban, Poltronieri no sabía leer ni escribir. Las notas que se escribieron sobre sus acciones las pudo leer recién hace pocos años cuando ingresó a la escuela. Reconoce que le cuesta y le lleva tiempo reconocer cada letra, pero hoy puede leer y escribir.

 Su analfabetismo sumado a la notoriedad que le dieron sus acciones en Malvinas lo llevaron a sufrir algunos problemas. Durante los noventa, el municipio de General Rodríguez le entregó una casa, pero un concejal lo invitó a firmar unos documentos que él no supo leer. Firmó la entrega del inmueble al concejal y quedó en la calle. Con el paso de los años el Municipio de Mercedes le cedió un lote donde hoy busca levantar una casa prefabricada. Trabaja en el Hospital Militar de Campo de Mayo y es un referente sobre los soldados que combatieron en Malvinas.

Poltronieri volvió hace dos años a las islas para filmar el documental
El Héroe del monte Dos Hermanas
 “Estas semanas tuve mucho trabajo. Dimos charlas en colegios, programas de televisión, notas. Además trabajo en una película”. Es la segunda película donde trabaja como él mismo. En abril del año pasado se estrenó el documental El Héroe de Monte Dos Hermanas, donde se muestra su regreso a su posición en las islas, luego de más de dos décadas de haberla abandonado.

 El Conflicto de Malvinas sigue siendo el motor de su vida. Espera el día en que Gran Bretaña se siente a discutir con Argentina sobre soberanía y cuando las islas dejen de estar ocupadas. Espera y sabe lo que hará ese día: “Me voy a vivir a las islas, voy a ser el primero en ir, es mi tierra. Malvinas es un sentimiento para mi. Ojalá nos devuelvan las islas, pero se va a poner muy duro, tienen semejante base, han hecho cualquier cosa en las islas. Me gusta la estrategia argentina de ir hablando con todos los países y conseguir apoyo… Ojalá vuelvan a la Argentina”, finalizó.

 Humilde y silencioso, Poltronieri vive sólo. Habla de los colegios humildes que visita para contar su historia y de las necesidades de los comedores de Mercedes. Se emociona al ver la necesidad de los chicos de su barrio y recuerda a su ex esposa y sus hijos que viven en Entre Ríos. Quiere tener su casa y más tiempo para practicar lectura. Cada día que vive, piensa y sueña con el día en que pueda regresar a las Islas Malvinas para establecerse y empezar de nuevo como un habitante de las frías islas del sur.

Leandro Fernández Vivas | 24CON | Lunes 2 de abril de 2012.

14.1.12

Periodista inglés plantea a Londres que devuelva las Islas Malvinas



Un problema en las Malvinas, una solución civilizada

 Deberíamos repetir el éxito del traspaso de Hong Kong y prepararnos para entregar las islas a Argentina.

 El problema de las Malvinas, uno de los dos únicos problemas post-coloniales realmente polémicos que quedan para Gran Bretaña, Gibraltar es el otro, se está calentando nuevamente y siniestramente. Se convoca a los embajadores, se hacen declaraciones a las asambleas nacionales, se dan direcciones belicosas, se desempolvan los viejos planes de invasión y se reconsideran las reacciones defensivas navales de larga distancia; y todo con un cansado suspiro de exasperación y gemidos de "¿Cómo volvió todo a esto?".

 El petróleo, es una respuesta, el pescado otro, así como el orgullo nacional, considerado oficialmente como "en juego" una vez más, tanto en Londres como en Buenos Aires. Principios políticos consagrados por el tiempo: la autodeterminación para los isleños, en particular, está siendo desafiada. Las formas de vida insulares largamente veneradas (bollos de teatime, conducir a la izquierda, cosechar kelp, hablar inglés) están en juego.
 Si el tempo mejora, podríamos ver hablar de 1982 de nuevo. Lo que es actualmente un problema podría convertirse en una crisis. Después de un intervalo de treinta años, el pensamiento está borboteando en primer plano que un tesoro mal pagado podría ser gastado nuevamente y una sangre preciosa derramada una vez más, para enfrentar un problema que Jorge Luis Borges ridiculizó durante la última y desordenada pelea entre Gran Bretaña y Argentina: "Dos hombres calvos peleando por un peine".

 Él estaba  en lo correcto en ese momento, y estaría bien si alguien volviera a decirlo. Otra guerra sería inútil. Seguramente haría que el último fuera casi completamente inútil. Y si los británicos nos molestamos en combatirlo con nuestras Fuerzas muy disminuidas, probablemente perderíamos. Esa es la cruda realidad que debe tenerse en cuenta en Whitehall. Sin duda están siendo considerados en polvorientos rincones del Departamento de Estado, por un gobierno estadounidense que ha indicado que ciertamente esta vez no vendría en nuestra ayuda, ya sea abierta o encubiertamente, deberíamos ser tan tontos y miopes como para tratar de resolver este problema una vez más con pistolas.

 Sin embargo, este es un problema que podría resolverse, y en su totalidad por la diplomacia y el sentido común. Podría ser resuelto y debería resolverse, sobre todo porque es bastante absurdo que nuestra relación con un gran país de América Latina resulte incómoda al distraer el problema de forma tan delicada. Hay al menos dos precedentes para guiarnos, y uno de ellos involucra a una nación que la mayoría de los británicos consideraría tan poco confiable como hemos considerado durante mucho tiempo a Argentina.

 Este precedente involucra a China. Este es un país con un historial de derechos humanos que es en muchos órdenes más espantoso que el de Argentina, y sin embargo, los británicos hemos confiado implícitamente desde 1997 que los chinos, según lo acordado, se encargarían de los seis millones anteriores Ciudadanos británicos de nuestra antigua colonia de Hong Kong. La garantía que les obligamos a firmar (permitiendo que "obliguen" a Whitehall a ver las cosas) sostuvo que, durante los 50 años posteriores al traspaso del 30 de junio de 1997, la forma de vida de la población local - té oolong en el Clipper Lounge, revistas porno con papel adhesivo aplicado a las partes traviesas, concesionarios de Rolls-Royce en cada esquina, zapatos blancos solo en Ladies Recreation Club, una escala de pago fijo para las criadas filipinas, se conservarían.

 La soberanía china sobre el territorio se concedió fácilmente (no podía haber ningún argumento al respecto, en realidad, dado que China poseía el suministro de agua y tenía un ejército diez veces más grande que el nuestro), pero se podía preservar el modo de vida colonial. Y debe admitirse que, a pesar de disparar prisioneros y encarcelar a Ai Weiwei y de excluir a su gente de Facebook y Twitter, China ha cumplido más o menos su promesa hacia nosotros y hacia Hong Kong. Un país, dos sistemas: esta idea radical que se remonta a fines de la década de 1980 ha funcionado desde entonces, y casi impecablemente.

 Sin embargo, el precedente Nº 2 es el más interesante y posiblemente el más relevante. Se trata de un archipiélago disperso en el norte del Mar Báltico, las Islas Aland. Están situados casi a medio camino entre los acantilados sumergidos en el mar de Finlandia y Suecia; gracias a los dramas geopolíticos excesivamente complejos del Báltico (que implican principalmente hegemonía rusa y guerras con Francia) se encontraron después de la Gran Guerra colonizada casi en su totalidad por los suecos y aún en la Crisis de Aland de 1921, reclamada tanto por Suecia como por Finlandia.

 La Sociedad de las Naciones fue presionada a cumplir su primer deber de arbitraje, causando fascinación en todo el mundo y un inmenso alboroto internacional. Incluso Japón intervino, argumentando a favor de Finlandia (principalmente para garantizar el voto de Finlandia si y cuando Japón presionó sus propias reclamaciones a varias islas queridas por Corea) que desde que los Aland estuvieron geológicamente conectados a Finlandia, y separados de Suecia por un mar profundo- trinchera, deben considerarse finlandeses.

 Y así es como finalmente votó la liga. La bandera finlandesa, según se dictaminó, podía sobrevolar la capital, pero las costumbres y leyes de Suecia (incluido el idioma del gobierno y la educación ofrecida a los niños) se aplicarían al pueblo Aland. Los suecos inicialmente estaban malhumorados por perder la soberanía; pero en los 90 años transcurridos desde entonces, todas las islas han prosperado y la crisis ha quedado olvidada hace mucho tiempo.

 Sospecho que la próxima crisis de las Malvinas de 2012 también sería olvidada si pronto se acordara un acuerdo similar entre Londres y Buenos Aires. No hay necesidad para la ONU arbitrar, o para cualquier otra persona: Gran Bretaña y Argentina podrían llegar rápidamente a un acuerdo, si todos se comportaran con madurez y de buena fe.

 En esencia, el trato sería similar al del Báltico, con solo un toque del acuerdo de 1997 sobre Hong Kong. La soberanía de las Islas Malvinas sería, crucialmente, entregada a Argentina. A cambio, darían una garantía firme, inequívoca e internacionalmente garantizada de que la forma de vida británica se conservaría en las islas para, digamos, el próximo siglo. Si alguien realmente se preocupa, todos los nombres locales - Puerto Stanley, Goose Green - se quedarían, aunque Gran Bretaña podría y debería permitir que las islas se llamen Malvinas (que en cualquier caso es una reliquia del colonialismo francés, los colonos originales era provenientes de St. Malo).

 Y en lo que respecta al petróleo y los peces -los asuntos que realmente preocupan a las tres partes- se podría acordar un acuerdo negociado. Tal vez Londres, Buenos Aires y Puerto Argentino recibirían cada uno un tercio de los ingresos, con las proporciones que cambiaban con el paso de los años.

 El diablo bien podría estar en esos detalles financieros: las conversaciones podrían llevar años. Pero hablar es mucho mejor que luchar. Mientras el principio básico -el de intercambiar soberanía por garantías, de permitir que una bandera celeste argentina sobrevuele la Casa de Gobierno de Puerto Argentino , siempre que un taxi de la isla pueda conducir por Thatcher Drive en el lado izquierdo - se acuerda desde el comienzo: entonces puede algún sentido volver al Atlántico Sur, y el miedo a esta situación extraña e innecesaria que se sale de control una vez más puede evitarse, de una vez por todas.



✒ Simon Winchester @simonwwriter | The Times | Sábado 14 de enero de 2012.