15.1.15

Je ne suis pas Charlie !

 
 
 Yo no soy Charlie: la libertad de expresión y la libertad de prensa no dan derecho a insultar, despreciar, blasfemar, a pisotear o burlarse de la fe o de los valores de los ciudadanos, ni a atacar de modo sistemático a las comunidades musulmana o cristiana.

 No, yo no soy Charlie y nos choca ver a Mahoma como una boñiga con turbante o a Benedicto XVI sodomizando niños. No es cuestión de tolerancia o librepensamiento: el insulto es una violencia. Charlie murió por haber minimizado los riesgos del Islam radical. Pensó que por vivir en un país cristiano podía insultar de forma segura.

 Yo no soy Charlie, pero soy cristiano. No he pensado ni por un solo instante que tenían que morir, o que habían encontrado lo que merecían. Paz a sus almas y que Dios les acoja, si ellos quieren, en su misericordia. Pero yo no soy Charlie.
 
✒  Revista L’homme nouveau | Enero de 2015.

13.1.15

Otra mirada sobre Charlie Hebdo

 
 
 Francia acaba de perder una elite de humoristas en un terrible atentado, y un estremecimiento de cólera y horror conmociona justificadamente a la sociedad. París se lanzó a la calle y Charlie Hebdo , el periódico dirigido por esos humoristas, recibe miles de miles de euros de resarcimiento espontáneo. Nadie podría dejar de condenar el atentado, y todos, desde Bergoglio hasta Obama, pasando por Merkel, han cumplido con su cometido. En el aire enrarecido de un conflicto que va adquiriendo proporciones desmesuradas, debería haber, sin embargo, algo más que el espacio destinado a sentenciar el fanatismo causante de la catástrofe.

 El discurso que convalida
la democracia y la libertad de expresión en las sociedades occidentales no debería olvidar que estas instancias básicas e inamovibles no pueden disociarse totalmente de otras leyes que no por no estar escritas son menos básicas e inamovibles: particularmente, las leyes de convivencia.

 Uno de los pilares fundamentales de estas leyes es la conciencia de que no cabe subestimar la importancia de ciertos símbolos, en particular, los religiosos, para aquellos que los sustentan. Por lo tanto, las ofensas en este nivel no pueden ser trivializadas ni descontadas en aras de una libertad todo terreno. El laicismo que se considera, con justa razón, garantía de progreso en los Estados modernos no puede consentir ni consistir en degradar las expresiones religiosas que no atenten contra los derechos humanos, en especial cuando provienen en general de minorías explotadas económica y socialmente. El racionalismo puede también convertirse en la religión de la soberbia cuando considera a los creyentes en su totalidad como seres inferiores, supersticiosos e ignorantes.

 En ese sentido, no parecería una estrategia particularmente iluminada el oponer a los feroces degüellos televisados de la Jihad la pluma irreverente de Charlie Hebdo, que trata de estúpidos a los seguidores de Mahoma. Azuzar con palabras e imágenes fuertemente ofensivas a un enemigo fanático, en momentos en que arde la contienda internacional, no parece la actitud más prudente ni esclarecida por parte de quienes se asumen como líderes intelectuales de la prensa europea. Ser mártir de la libertad de prensa no es incompatible con ser responsable de imprudentes escarceos al borde de un cráter dispuesto a estallar. Pero quien adopte esta perspectiva que, sin justificar en ningún modo la horrenda represalia, relativiza el heroísmo intelectual de las víctimas será instantáneamente fusilado por la ola de indignación bien pensante que atraviesa el planeta en estos momentos.

 Miles y miles de musulmanes, fanáticos o no, cayeron bajo las bombas estadounidenses en Afganistán e Irak. Pero morir a manos de terroristas musulmanes en París o en Nueva York viste más que morir bajo bombas cristianas en desiertos de nombres impronunciables en Medio Oriente.

Fanatismo, no. Hipocresía, tampoco.
 
✒ Ivonne Bordelois | La Nación | .

Charlie Hebdo

 
 Doce muertos es algo que suena a mucho.

 Aun cuando uno no está demasiado seguro de a quién condenar primero; si al grupete de dibujantes y escribas de la revista Charlie Hebdo que desde su soberbia irreverente publicaban imágenes y mensajes ofensivos de tal chabacanería y de tan mal gusto que hubiesen hecho vomitar de asco hasta a un agnóstico irreverente como George Bernard Shaw, o a unos sujetos que entraron a las oficinas de la revista el 7 de Enero y se dedicaron a matar gente con la misma fría indiferencia con la cual cualquiera aplasta un mosquito contra la pared.

 De cualquier manera, los doce muertos y la forma en que fueron eliminados constituyen una salvajada muy sospechosamente eficaz. Porque hay que ser más que ingenuo para comprarse la historia de que esto es obra de dos locos terroristas improvisados que se despertaron un buen día con ganas de jugar a los mártires vengadores del honor de Mahoma. El operativo trasunta un profesionalismo letal por donde se lo mire: planificación detallada, preparación minuciosa, Kalashnikovs, lanzagranadas, pasamontañas, munición en abundancia, fría determinación profesional y finalmente una buena vía de escape inmediata.

 Y, tanto como para que no queden dudas, a una persona le gritaron: "Dígale a los medios que esto es Al-Qaeda en Yemen". Con lo cual toda la autoría del atentado quedó limpita y prolijamente dirigida hacia lo que los norteamericanos (y no los franceses) han definido como "Al-Qaeda en la Península Árabe" (AQAP por sus siglas en inglés). Una agrupación que tenía su lista de herejes a eliminar por el delito de "insultar al profeta Mahoma" y en la misma figuraban – no por casualidad – miembros del personal de Charlie Hebdo.

 Y ¿saben cómo la policía francesa descubrió tan rápidamente quiénes habían sido los autores del atentado? Pues porque uno de ellos dejó abandonada una tarjeta de identidad en el auto en el que escaparon. (¿Estos terroristas siempre "olvidan" algo en los autos que usan? En el caso del 9/11 en EE.UU. pasó exactamente lo mismo.)

 O sea, recapitulemos: Kalashnikovs, pasamontañas, granadas, munición en abundancia, una aproximación al objetivo absolutamente eficaz, el frío asesinato profesional de doce personas, una retirada exitosa, una deliberada referencia a "Al-Qaeda en Yemen"… y una tarjeta de identidad olvidada en el vehículo de escape.

 Doce muertos en un atentado a los disparos es un poco mucho. Pero también es mucho pedir que nos creamos que esto ha sido obra de fanáticos improvisados. A todo lo cual se agregó después otro "loco terrorista" que, luego de matar a una mujer policía se atrincheró en un supermercado "kosher" judío de Porte de Vincennes con al menos 5 rehenes.

 La gran pregunta que uno se hace es: ¿a quién beneficia todo esto?

 Por de pronto toda esta secuela de ataques en Francia tiene lugar apenas unos días después de que Francia reconoció al Estado Palestino y Hollande propuso levantar las sanciones contra Rusia. Quizás eso no gustó en ciertas altas esferas plutocráticas. Quizás en algún lugar de Washington o Tel Aviv alguien llegó a la conclusión que Francia necesitaba un "correctivo". No faltan quienes creen que, con esto, Europa recibió el mensaje sobre lo que les puede suceder a quienes se salen del papel asignado. [1] (Y dicho sea de paso: ¿por qué estos islamistas atacan a un pasquín satírico de cuarta y ocupan un supermercado kosher, pero nunca asaltan la sede de un fondo buitre o un banco que maneja fondos del narcotráfico y del lavado de dinero?)

 Pero sea cual fuere el verdadero motivo de todo esto, sea quién o quienes sean los verdaderos instigadores y beneficiarios de esta masacre, algo hay que ya es seguro: los terroristas están muertos. La policía francesa los descubrió en tiempo récord, los identificó en tiempo récord, los ubicó en tiempo récord, los cercó en tiempo récord, y los mató en tiempo récord. ¡Alucinante!
 Muy útil, sobre todo. Realmente conveniente. Ya no queda nadie con vida para contradecir la versión oficial de los hechos.

 Y una última cosa: no justifico la muerte de las doce personas de Charlie Hebdo. Cuando alguien se burla de uno – incluso si se burla de algo que uno tiene por lo más sagrado – no creo que la respuesta adecuada sea ponerse un pasamontañas, agarrar una AK-47 y un par de granadas para salir a matar al burlón. Creo que hay otras formas de responder tanto a las burlas como a los insultos que, en este caso, vendrían a ser lo mismo.

 Pero tampoco encuentro nada para defender en el pasquín mencionado. Hagan una cosa – si tienen un estómago fuerte – pongan "Charlie Hebdo" en Google y seleccionen "imágenes". Para que quede claro: en mi opinión (y valga por lo que pueda valer), eso no es humor. Eso es simplemente un asco. Un asco que se esconde detrás de la pollera de la libertad de prensa y de opinión para exhibir, bajo el pretexto de un supuesto humor, su deleite en la perversión y el insulto.

 Pero lo que también me llama muchísimo la atención es la pasividad directamente bovina del cristianismo. O lo que queda de él. Porque la más simple caricatura de Mahoma desencadena la enérgica – y hasta mortal – respuesta de los musulmanes. La más inocente broma acerca del holocausto o de la religión judía desencadena inmediatamente una catarata histérica de acusaciones de racismo, antisemitismo, intolerancia y odio. Hasta una burla de los homosexuales expone al burlón a una condena universal por homofobia, intolerancia, incomprensión y moral troglodita. Búrlese Usted de Femen o de Pussy Riot y le caerán encima – de a toneladas – los denuestos y las invectivas de todas las erinias y ménades lésbicas que andan sueltas por ahí.

 Pero búrlese Usted de Jesucristo y de los cristianos, y no pasará nada. Absolutamente nada. Exhiba Usted un cuadro con Cristo sentado sobre un inodoro y no pasará nada. Absolutamente nada. Crucifique Usted a Jesucristo contra un cazabombardero norteamericano y hasta es posible que lo consideren un gran artista. [2] Los del pasquín de marras publicaron la imagen del papa levantando un preservativo como si fuese una hostia. Luego otra en la cual el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo aparecen sodomizándose mutuamente. Y no pasó absolutamente nada. Y no solo eso sino que ayer miles de imbéciles descerebrados corrieron a la plaza más cercana con un cartel diciendo "Je Suis Charlie".

 Con lo que el pasquín lanzó una edición especial y recaudó un millón de dólares en dos días. [3]

 Está bien: es cierto que Cristo nos exhortó a presentar la otra mejilla.

 Pero nunca exigió que consintiésemos en ser constantemente abofeteados.
 
 
✒ Denes Martos | Red Patriótica Argetina | Sábado 10 de enero de 2015. http://redpatrioticargentina.blogspot.com.ar/2015/01/charlie-hebdo.html