16.12.16

El misterioso asesinato del Che Guevara: ¿Una gran traición de Fidel Castro?


 Según varios autores, el «Comandante» pudo haber sido rescatado por su gran amigo, pero este se negó a ello. Además, no le prestó ayuda en su aventura en Bolivia.

 Fue el 9 de octubre de 1967, en una vieja escuela de escasas aulas en La Higuera (un pequeño pueblo de Bolivia). Aproximadamente a la 1 (a partir de las 12:45, según la mayoría de expertos), el sargento Mario Terán alzó su carabina M1 y disparó repetidas veces a Ernesto Guevara -más conocido como el Che-, el hombre que llevaba meses combatiendo junto a un grupo guerrillero en el país y al que se había dado orden de matar tras su captura en batalla. Oficialmente, la mano ejecutora del asesinato del «Comandante» (su grado militar y la forma en que le recuerdan a día de hoy las canciones) fue este suboficial. Sin embargo, tras ella había otras tantas.

 Con un disparo (varios realmente, pues obligaron a Terán a descerrajarle una ráfaga para que no hubiera dudas sobre su fallecimiento) el ejército boliviano puso fin a la vida del Che. El mismo hombre que había combatido contra Batista en la expedición del yate «Granma», y que, posteriormente, se haría famoso -entre otras cosas- por viajar al Congo y a Bolivia para luchar contra sus respectivos gobiernos.

 Apenas unas jornadas después del suceso (el día 12 de octubre de 1967) el también comandante Fidel Castro informó al pueblo de que su gran amigo, Ernesto Guevara, había dejado este mundo. Lo hizo, cuando la opinión pública dudaba seriamente de su fallecimiento y como una forma de corroborar lo que había sucedido.

 «Se pueden hacer muchas imitaciones. Pero es imposible hacer una imitación de lo que constituyen los rasgos más sutiles de la personalidad, de los gestos... de la fisionomía de una persona. […] Ni al más cretino de todos los gobiernos -y el gobierno de Bolivia se caracteriza por el cretinismo y por el imbecilismo- se le habría ocurrido algo tan imposible de inventar como una noticia semejante. Carecería por completo de sentido. […] Las dudas que nosotros tenemos ya no se refieren al hecho de la muerte en sí, sino que se refieren a la forma en que ocurrió la muerte. A las circunstancias que podrían haber llevado a ese desenlace.», dijo Castro en un discurso de más de una hora (algo habitual en sus alocuciones).

 Todo parecía pesar y dolor en la cara de Fidel. Sin embargo, son muchos los partidarios de que Castro colaboró en la muerte del Che. Tanto de forma pasiva (denegándole la ayuda a él y a sus guerrilleros cuando estos combatían en Bolivia contra un gobierno que consideraban tiránico) como activa. Y es que, en palabras de algunos investigadores como Eric Frattini o personajes implicados en el suceso como Félix Ismael Rodríguez (el agente de la CIA gracias al cual se logró capturar al Che) el futuro líder de Cuba tuvo la oportunidad de liberarle, pero se negó a ello. ¿Una gran traición? ¿Una gran mentira? Con la muerte del tirano el pasado 25 de noviembre, el misterio se vuelve a tornar difícil de resolver.

Las primeras traiciones de Fidel

 El calvario del Che, el mismo hombre que había arrebatado junto a los Castro el poder al gobierno cubano con una revolución iniciada en 1956, comenzó allá por 1965. Así lo afirma el veterano periodista cubano Alberto Müller en su obra «Che Guevara. Valgo más vivo que muerto». En este libro, el experto explica que las risas y la felicidad entre Fidel y Guevara se terminaron cuando este último atacó, durante un discurso en la conferencia Afroasiática celebrada en Argel, a la URSS de forma indirecta.

 Concretamente, el «Comandante» cargó (sin citarle eso sí) contra este país arguyendo que sus gobernantes eran «cómplices» de los imperialistas debido a sus medidas económicas. Todo un golpe en la nariz para Fidel, cuyas buenas relaciones con los ofendidos eran más que conocidas.

 Estas fueron las palabras que tanto molestó a Fidel Castro escuchar en los oídos del Che: «¿Cómo puede significar beneficio mutuo vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimiento sin límite a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? Si estas son las relaciones, los países socialistas son en cierta manera cómplices de la explotación imperial. Se puede argüir que el monto del intercambio con los países subdesarrollados, constituye una parte insignificante del comercio exterior de estos países. Es una gran verdad, pero no elimina el carácter inmoral del cambio. Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores de Occidente».

 Tal y como afirmó el biógrafo del Che, Pierre Kalfon, en una entrevista concedida al documentalista Pacho O´Donnell, aquel discurso hizo que a Castro se le pusiesen los pelos de su descuidada barba de punta. Y es que, el líder buscaba cerrar acuerdos militares con el gobierno soviético. A partir de entonces, Fidel habría hecho todo lo posible para que Guevara se marchara del país. «El Che fue casi arrinconado para irse de Cuba. Se mandó un discurso antisoviético en febrero de 1965. Puso en tela de juicio la manera en que los países socialistas se negaban a ayudar a los pueblos que estaban en su lucha por la independencia», explicaba el autor a O'Donnell.

 Casi a patadas, y marginado de las decisiones políticas cubanas por los Castro, el Che decidió continuar su lucha en el Congo, a dónde partió con un comando guerrillero en noviembre de 1965. ¿El objetivo? Derrocar el gobierno establecido y comenzar a hacer realidad unas palabras que había repetido hasta la saciedad: que todos los pueblos «oprimidos» de África y América debían alzarse por las armas en contra de sus líderes.

 Según afirmó Dariel Alarcón Ramiréz (alias «Benigno», uno de sus más estrechos colaboradores -fallecido en marzo de 2016-) ante las cámaras de varias medios hace años, no le quedó más remedio: «Prácticamente le obligaron a irse a África. En África no había nada que hacer. Había una serie de personas que andaban por la selva. Más preocupados por buscar comida, que por libertad».

 Durante aquella campaña (que acabó en un gran fracaso según el mismísimo Guevara) Fidel se la jugó nuevamente al Che cuando, el 3 octubre, leyó ante toda Cuba una carta que el «Comandante» le había escrito y que Castro únicamente debía dar a conocer si fallecía. Y es que, en el texto renunciaba a todos sus privilegios:

 «Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío. Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos», explicaba el Che en la susodicha misiva.

 En palabras de Kalfon, esto fue una nueva traición: «El 3 de octubre del 65, Castro leyó públicamente la carta de despedida que el Che le había dejado en caso de que el muriera. Fidel sabía que el Che no estaba muerto. Leer esta carta mientras el Che estaba vivo significaba que no iba a poder regresar. Al menos públicamente. Y no lo hizo, aunque si de forma clandestina».

 A pesar de todo ello, el «Comandante» (al menos de cara a la opinión pública) siempre se declaró seguidor de Fidel Castro, de quien decía que era su «maestro» y del que reconocía que «sabía más que yo». De hecho, durante la que fue su última batalla, nuestro protagonista llegó a afirmar a sus guerrilleros que, cuando les llegara el momento de morir, pensaran en Fidel.

A su suerte en Bolivia

 Tras su aventura africana, y sin poder regresar a Cuba, el Che dirigió sus pasos hasta Bolivia, donde buscó luchar -nuevamente- con un comando guerrillero contra un gobierno que consideraba imperialista. Llegó al país el 5 de noviembre de 1966. La primera anotación en su diario la hizo apenas dos días más tarde, cuando ya había arribado a la casa de campo que había adquirido uno de sus compañeros en Ñacahuasú y que haría veces de cuartel general.
 
 «Hoy comienza una nueva etapa», afirmó entonces. «Por la noche llegamos a la finca. El viaje fue bastante bueno. Luego de entrar, convenientemente disfrazados, por Cochabamba, Pachungo y yo hicimos los contactos y viajamos en jeep, en dos días y en dos vehículos», explicaba Guevara en su diario.

 Aquel día comenzó, sin embargo, un nuevo calvario para él. Y es que, durante los siguientes meses se vio obligado a vagar por la jungla sin apoyo de Cuba y con unos guerrilleros cada vez más y más cansados y hambrientos.

 ¿Por qué viajó a Bolivia? Según han afirmado a lo largo de los años sus allegados, lo hizo sabiendo de antemano que era imposible la victoria. «Entre un suicidio y un sacrificio. El Che no fue a Bolivia para ganar, sino para perder. Es un místico. Quiere morir. No anunció su suicidio, ni siquiera lo pensó claramente», determinó en una entrevista Jules Régis Debray, uno de los compañeros del Che. Benigno fue de la misma opinión: «El Che se va a Bolivia sabiendo cuanto le esperaba. Que era la última batalla del Che en vida».

 Durante el tiempo que permaneció en Bolivia, el Che y sus guerrilleros no recibieron ayuda de Fidel Castro, quien les había prometido su total colaboración en la lucha armada. Lo único que pudieron lograr de él fue el envío de una radio estropeada que no les dejaba comunicarse con La Habana.

 «Sin contactos de Manila [nombre en clave de Cuba]». Esa es una de las frases que más repitió Guevara durante su estancia en la selva del país. Müller, por su parte, es partidario de esta teoría: «La posición del Che corría en contra de los intereses de Fidel. Se convirtió en un apestado para la revolución cubana, una piedra en el zapato», determinaba el autor en una entrevista concedida el año pasado a la agencia EFE. «La Habana no se preocupó por la incomunicación del Che en Bolivia, que era total», sentencia, en este caso, Kofman.

 Al final, este aislamiento se tradujo en la pérdida de información, en la falta de guerrilleros, y en la escasez de comida. Tres factores que condenarían al grupo a esconderse en la selva (y tratar de tender emboscadas al enemigo) para evitar enfrentarse con el ejército de Bolivia. Un contingente militar que, por su parte, entrenó (de manos de la CIA) a un grupo experto en el rastreo y en la caza de los hombres de Guevara. Los llamados «Rangers».

 Todas estas conjeturas fueron corroboradas por el agente de la CIA enviado a Bolivia para detener al Che (Félix Ismael Rodríguez) en una entrevista que, con motivo del 46 aniversario de la muerte de Guevara, este concedió a la CNN.

 En la misma, el espía (de origen cubano) sentenciaba que «al Che lo mandó eliminar Castro» porque era «pro-chino, y eso era una cosa que Cuba no podía permitir porque dependía cien por cien de la URSS». A su vez, Rodríguez también dejó claro que el «Comandante» fue marginado por sus superiores tras enzarzarse en una pelea con el embajador soviético. Todo esto se hizo palpable cuando Fidel le «mandó un transmisor roto» y le quitó el apoyo del único oficial de inteligencia compatriota suyo que había en Bolivia «con el pretexto de que se le había vencido la visa». Eso, aunque posteriormente se «supo que tenía la ciudadanía boliviana».

 Así, entre hambre, sed y desesperación, fueron pasando las semanas en Bolivia para el Che y para los escasos 16 hombres (la mayoría indispuestos) que le quedaban a principios de octubre de 1967.

 Guevara, que por entonces pesaba 45 kilos, combatió finalmente su última batalla el 8 de ese mismo mes, cuando cientos de «Rangers» al mando de Gary Prado le cercaron en las inmediaciones del pueblo de La Higuera y derrotaron a su comando de «superhombres». Aquel día, cuando fue capturado junto a un compañero llamado Willy, dicen que gritó lo siguiente a los soldados que le apuntaban: «No disparen. Yo soy el Che Guevara, valgo más vivo que muerto». Llevaba razón, era mucho más valioso tomarle con vida que hacerlo con un tiro entre ceja y ceja, y los soldados lo sabían.

El calvario del Che

 Tras ser capturado comenzó el último calvario del Che. A eso de las siete y media de la tarde del día 8 de octubre (según explica Reginaldo Ustariz en su obra «Che Guevara. Vida, muerte y resurrección de un mito») los militares le llevaron hasta una pequeña y vieja escuela del pueblo de La Higuera.

 El edificio apenas tenía dos aulas. En una de ellas fue encarcelado Willy y, en la otra, el «Comandante». Además, para terminar de hacer esta escena macabra, los soldados metieron también en la improvisada celda de nuestro protagonista los cadáveres de dos de sus guerrilleros muertos. También hicieron el recuento de lo que habían quitado a los castristas, y entre todo ello destacó un fardo lleno de dinero que jamás apareció. Su paradero, según desveló en su momento el mayor Miguel Ayoroa (del ejército de Bolivia) habría sido el pago a guías y donativos varios a la región.

 Durante las siguientes horas, Ernesto Guevara permaneció al cargo del subteniente Eduardo Huerta con quien -según narra Ustariz- mantuvo una curiosa conversación: «Huerta, un tiempo después, contó a los amigos que la figura y la mirada del Che lo habían impresionado de tal forma, que en algunos momentos se sentía como hipnotizado». Al parecer, el «Comandante» intentó que el soldado entendiera su lucha explicándole las diferencias de clases existentes entre pobres y ricos e, incluso, le llegó a señalar «el trato respetuoso que los guerrilleros dieron a los oficiales y soldados hechos prisioneros por la guerrillas». Huerta, en palabras del autor, sintió que le estaba hablando con su hermano mayor.

 Al día siguiente, llegó hasta La Higuera Felix Ismael Rodríguez, el agente de la CIA que tantos esfuerzos había dedicado a atrapar al Che en los últimos meses. Lo hizo en helicóptero y exultante. Aunque no encontró al hombre que esperaba ver, sino a una persona extremadamente delgada, con el pelo descuidado y que atesoraba unas importantes ojeras debido a que el asma que padecía desde su infancia le había impedido dormir. Se acababa de iniciar una cruel cuenta atrás que llevaría hasta la muerte de Guevara.

«Papi 600»

 Aproximadamente a las diez de la mañana del 9 de octubre, Félix Rodríguez recibió el siguiente mensaje, enviado por los mandamases del ejército boliviano: «Papi 600, nada de prisioneros». «Papi» significaba «Che Guevara»; y «600», que debía morir. Se acababa de dictar sentencia para él.

 El agente de la CIA, antes de que la noticia fuera conocida, contactó con Estados Unidos para que supieran lo que iba a pasar con él. «Le mandé un mensaje a EEUU diciendo que el Che estaba vivo y que lo iban a matar, que se movieran rápido si querían hacer algo», explicó el propio Rodríguez posteriormente en una entrevista. Norteamérica había dictado sentencia. Ya solo podían liberarle sus compatriotas cubanos. Y más concretamente, Fidel Castro.

 ¿Qué hizo Castro? Aparentemente nada. Así lo atestigua Müller, quien es partidario (y explica en su obra) que había un grupo especial en La Habana destinado a rescatarle, pero que no se movilizó por carecer de la orden oportuna: «Creo que el Che tiene que haber muerto muy consciente de su traición». Por su parte, el periodista de investigación Eric Frattini es partidario de que Fidel sabía perfectamente que iba a ser asesinado, pero que no hizo nada para impedirlo.

 Beningo, antes de morir, realizó unas declaraciones publicadas por el diario «Corriere della Sera» en las que apoyaba esta teoría: «La muerte se debió a una maquinación de la que son responsables Fidel Castro y la Unión Soviética. Los soviéticos consideraban a Guevara una personalidad peligrosa para sus estrategia imperialista y Fidel se plegó por razones de estado, visto que la supervivencia de Cuba dependía de las ayudas de Moscú. Y eliminó a un compañero de lucha molesta. El Che era el líder más amado del pueblo».

 El guerrillero también afirmó el dolor que sentía por ello. Y es que, durante su última batalla, el «Comandante» había enardecido la figura de Castro. «El Che, en esos momentos y sabiendo que habíamos sido abandonados en Bolivia por la conciencia de Fidel Castro, todavía tuvo el coraje de pedirnos acordarnos de la revolución y de Fidel Castro cuando muriéramos», añadía.

«Hasta siempre, comandante»
                                                                                                                                               Sin ninguna ayuda ni posible apoyo, las horas del Che estaban contadas. A las once y media de la mañana el coronel del ejército de Bolivia, Joaquín Centeno, hizo el primer intento de acabar con él. Para ello, mandó llamar a Huerta. Sus órdenes fueron tajantes: «Teniente, han llegado órdenes de la presidencia de la República de matar al Che». Sin embargo, este se negó a matarle después de la conversación que había mantenido con él. Y todo ello, a pesar de las amenazas de su superior: «¡Si desobedece será sometido a Consejo de Guerra! Es lo mínimo que le ocurrirá y significará su baja del Ejército».

 Ante la imposibilidad de convencer a Huerta, el coronel hizo llamar a siete combatientes, y pidió que diesen un paso al frente quienes estuvieran dispuestos a acabar con el Che. Todos lo hicieron. De ellos seleccionó a dos: Mario Terán Salazar y Bernardino Huanca. Al segundo le ordenó acabar con Guevara (sin dispararle a la cabeza, pues su rostro debía ser reconocible). Al primero, con Willy. A partir de las 12:45 comenzó la «operación». Huanca dio un puntapié a la puerta del aula y, sin mediar palabra, apretó el gatillo. Luego le tocó el turno a Terán, a quien no le resultó tan fácil. Fuera por la causa que fuese, dudó, a lo que el «Comandante» le dijo: «¡Dispare, va usted a matar a un hombre!».

 El primer tiro se lo dio en la mano. Después de él, salió y cerró la puerta pensando que el Che se desangraría. Pero nada más lejos. Por ello, sus superiores le obligaron a entrar de nuevo y dispararle una ráfaga con su carabina M1. Después de ello, con el deber cumplido, expusieron su cadáver para que todo el mundo se enterase de lo sucedido. «Lo pusieron en la lavandería. Muchos fuimos a verle. Su rostro reflejaba algo. Parecía que estaba vivo, que nos decía: yo no estoy muerto», afirmó una campesina a O'Donnell.

 Posteriormente, Castro -el hombre que le dejó morir- dijo esto de él: «Las personas que conocemos íntimamente a Ernesto Guevara […] teníamos sobrada experiencia acerca de su carácter y acerca de su temperamento. Y por mucho que cueste imaginarse que un hombre de su talla, de su prestigio y de su personalidad, haya muerto en un combate de una patrulla guerrillera contra una fuerza del ejército. Por mucho que ello parezca poco lógico, los que lo conocemos bien sabemos que no tiene nada de extraordinario, porque siempre, todo el tiempo que lo conocimos se caracterizó por un extraordinario arrojo, por un desprecio al peligro. […] Y así lo hizo en numerosas ocasiones en nuestra lucha».

✒ Manuel P. Villatoro* @ABC_Historia | ABC | Viernes 16 de diciembre de 2016.

* Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad, redactor de la edición digital del diario ABC. Especializado en temas de Historia (con predilección hacia la Hª de España y la Segunda Guerra Mundial).

30.11.16

¿Por qué un dictador de izquierdas no es un dictador?



 ¿Qué extraña pulsión o arrebato mental lleva a muchos a condenar la represión y el asesinato perpetrados por dictadores de derecha y, sin embargo, les impulsa a justificar la represión y el asesinato que cometen los dictadores de izquierda? La respuesta no es sencilla, pero tal vez la clave esté en la instrumentalización marxista del concepto de revolución, entendido como ruptura y continuidad. Para el comunismo, la revolución tiene un comienzo temporal, pero como se encuadra en un largo proceso histórico, material y social, no termina nunca.

 Para la izquierda, Fidel Castro no fue un dictador, sino un revolucionario. Y como un revolucionario está facultado para encarcelar o exterminar a quienes piensan distinto durante todo el tiempo que sea necesario para dar continuidad al proyecto, los dictadores de izquierda pueden dejar en suspenso los derechos humanos durante casi sesenta años sin que podamos llamarles asesinos.

 Sin el castrismo, Cuba hoy podría ser una democracia imperfecta, pero una democracia al fin y al cabo. Y los cubanos disfrutarían de unas cotas de libertad y progreso que —por muy relativas que fueran— serían infinitamente mayores de las que gozan ahora. Por la sencilla razón de que no tienen ninguna. El futuro de Cuba permanece anclado en el pasado, varado en mitad de la nada, pero como Fidel Castro —según la izquierda— se murió siendo un revolucionario, la culpa de que el proyecto no haya terminado de cuajar no es suya, sino de quienes no le dejaron llevarlo a cabo. Habrá que darle tiempo a Raúl.

 La inmensa mayoría de las dictaduras que existen en el mundo son de izquierdas, tal vez porque las detestables dictaduras de derechas no responden al viejo concepto marxista de revolución y, en cuanto que constituyen una gravísima amenaza, hay que combatirlas por una elemental razón de dignidad. La dignidad, para la izquierda, es un gigantesco embudo. Tanto que la muerte de Fidel les ha nublado la razón.

 Rectifico: ya la tenían nublada. Algunos llevan así sesenta años.

✒ Jaime González | ABC  | Miércoles 30 de noviembre de 2016.

27.11.16

Mohamed Saleh, imán supremo de Canarias, exige más ayudas y advierte: “de lo contrario, habrá más terrorismo”



 Mohamed Saleh, imán supremo de Canarias, exige más ayudas y advierte: “de lo contrario, habrá más terrorismo”. Así de contundente se muestra Mohamed Saleh en una entrevista publicada por Noural-Islam.

 El máximo representante de la comunidad musulmana en Canarias, considera que la integración sólo se produciría si los inmigrantes musulmanes conservaran plenamente su cultura y tradiciones y nosotros la respetáramos; entendiendo por “respeto” la financiación de una mezquita, el aumento de ayudas económicas por parte del Estado y la modificación de cuantas leyes sean necesarias para transformar España en una réplica de los países de los que, precisamente, estos inmigrantes han huido buscando “una vida mejor”.



 Para el imán supremo, la integración ha fracasado en países como Francia o Reino Unido porque existen leyes que prohíben el uso de prendas como el burka. No hace referencia a la influencia de los atentados, los disturbios en barrios musulmanes y la beligerancia en la aplicación de sus normas en zonas con mayoría musulmana, para que se haya producido dicho fracaso.

 Mohamed Saleh reclama las mismas ayudas estatales que la comunidad católica, sin considerar que, por el momento, la mayoría de la población española sigue identificándose con esa Fe, siendo cristiana nuestra cultura y tradiciones, y sin hacer referencia a las cuantiosas ayudas que la comunidad islámica recibe de Arabia Saudí.

 En lo que parece ser un chantaje velado, el imán supremo asegura que, de no recibir todo lo que exige, no podrá guiar por el buen camino a los cientos de jóvenes musulmanes que se sienten atraídos por el “yihadismo”, y habrá, por tanto, más violencia. Dicho de otra forma: si nuestra sociedad no se pliega a sus demandas, habrá más terrorismo y será culpa nuestra.

 El entrevistado juega de forma demagógica con la expresión “terrorista islámico”, comparando a los asesinos musulmanes con terroristas cristianos, obviando el hecho de que, ni ETA, ni el IRA, mataban por Cristo, mientras los terroristas islámicos matan gritando “Alá es grande”.

 El imán niega que la imagen de las sociedades musulmanas dada por los medios se ajuste a la realidad. Afirma que el Islam no es violento. Al parecer, los numerosos conflictos en diferentes partes del mundo, los atentados y masacres que sacuden multitud de países en nombre de Alá y la propia actitud amenazante del Imán supremo, son en realidad muestras de paz y fraternidad.

✒ Redacción | Alerta Digital  | Domingo 27 de noviembre de 2016.

16.11.16

Conozca a Juan Grabois, el asesor marxista-leninista del Papá Francisco y gran admirador de Chávez


 A casi 100 años de la Revolución Rusa ¿pueden los promotores de la “lucha de clases” en favor del capitalismo estatal mostrar alguna experiencia exitosa detrás del “Telón de Acero” o del “Telón de Bambú”? ¿Qué nación de las decenas que fueron subyugadas por las varias facetas del comunismo prosperó y ha sido modelo de bienestar para la humanidad? ¿Existe alguna? ¿Es ejemplo para el mundo la experiencia soviética? ¿O el salvaje experimento del Jemer Rojo en Camboya? O, ya en nuestros días, ¿la eterna dictadura de los hermanos Castro en Cuba? ¿el hermético “paraíso” de la dinastía Kim de Corea del Norte? ¿Y la Revolución Bolivariana de Chávez y Maduro que ha conseguido arruinar un país rico en recursos petrolíferos como es Venezuela? ¿Por qué las ideas utópicas de Marx y Lenin augurando cambios sociales para instaurar un mundo idílico siempre fracasaron originando pobreza, miseria y opresión? Son cuestiones a las cuales numerosas veces los Papas y más especialmente, Juan Pablo II, y Benedicto XVI, apuntaron en diversos documentos.

 No obstante, a veces se diría que el Papa Francisco quiere revivir estos sueños, utopías e ilusiones o, por lo menos, no se preocupa mucho de que su figura pueda ser instrumentalizada a servicio de las mismas. ¿Exageramos? Analicemos fríamente ciertos eventos organizados con el innegable apoyo de Francisco: los “Encuentros Mundiales de Movimientos Populares”. Estos eventos fueron promovidos por el Consejo Pontificio de Justicia y Paz, en colaboración con la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y su organizador es un abogado argentino de nombre Juan Grabois.

 El primero en encuentro se realizó en Roma en octubre del 2014 y contó con la participación del presidente de Bolivia Evo Morales y João Pedro Stédile ,leader del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil también de ideología marxista, que vino a Venezuela el año pasado en apoyo al régimen de Nicolás Maduro, el segundo en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en julio del 2015.


¿Pero quién es Juan Grabois?

 Juan Grabois es un gran amigo y hombre de confianza del Papa Francisco desde que era arzobispo de Buenos Aires; y luego, en Roma, el Santo Padre lo ha nombrado asesor del Consejo Pontificio de Justicia y Paz del Vaticano, encargado de la organización de los “Encuentros de los Movimientos Populares”. El dirigente popular es un declarado militante marxista, promotor de agitaciones en barrios periféricos e industrias de Buenos Aires y un gran admirador de Hugo Chávez. Es co-fundador del “Movimiento de Trabajadores Excluidos” y forma parte de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) en Argentina.

 Juan Grabois no oculta su admiración por la Revolución Rusa de 1917 y su gestor, Vladimir Lenin, constata con satisfacción la expansión del comunismo por el mundo durante muchos años y destaca como hitos históricos las revoluciones de Mao Tse Tung, Fidel Castro y el Ché Guevara. Ansioso por ver una sociedad sin clases, considera la rebelión zapatista de 1994 y el movimiento bolivariano de Hugo Chávez como los preanuncios señeros de la marea popular anticapitalista que se avecina para este siglo XXI.

 En suma, Grabois, nostálgico de Perón y el justicialismo argentino sueña con la utopía de grandes cambios sociales, rebeliones y “gobiernos populares”, al estilo cubano y venezolano. Estos antecedentes ideológicos pueden ser cotejados en el texto de estudio que Grabois publicó junto con su compañero de luchas, Emilio Pérsico, Secretario de Agricultura Familiar del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y líder del Movimiento Evita: “1) Nuestra Realidad. Cuadernos de formación para trabajadores, militantes, delegados y dirigentes de organizaciones populares”. En la portada de este cuaderno se lee el sugestivo slogan: “Por una sociedad sin esclavos ni excluidos. Por una economía al servicio del pueblo. Por la unidad de los trabajadores y los humildes. ¡Sin poder popular no hay justicia social!”.


 Pérsico y Grabois completan esta ansiedad por reclutar y concienciar militantes en favor del comunismo con otros tres cuadernos: “2. Nuestra Organización”. “3. Nuestros Objetivos”. “4. Nuestra Lucha”. Dentro de esta tetralogía pro-marxista ambos autores proponen al Ché Guevara como modelo del militante generoso y entregado a la causa revolucionaria (Cuaderno 2, Cap. 8, p. 32).

 Además, dan a conocer los métodos y las tácticas que deben ser puestas en práctica para lograr aquello que definen como “El proyecto revolucionario. Nuestro objetivo estratégico” (Cuaderno 3, Cap. 10, pp. 33-37). ¿Cuál es la meta que se proponen? Muy simple. Instaurar “la economía socialista para el siglo XXI”. De este apartado pueden leerse los siguientes proyectos de índole claramente comunista:

 Nuevo Justicialismo Económico (buen vivir o economía socialista del siglo XXI)

 Queremos una economía al servicio del pueblo, donde la riqueza y el ingreso se distribuyan con justicia, donde el salario sea fuente de dignidad, donde no haya explotación ni exclusiones.

 Queremos una economía donde los principales resortes estén en manos del gobierno popular. Nuestras minas, nuestro petróleo, nuestra tierra, nuestro comercio exterior, nuestro transporte, nuestros servicios públicos, nuestra salud, educación y recreación son demasiado importantes para estar en manos del mercado.

 Los trabajadores podemos gestionar las grandes fábricas sin necesidad de patrones como demostraron las empresas recuperadas, podemos distribuir los alimentos sin necesidad de intermediarios que se quedan con la parte del león, podemos cultivar el suelo y cuidar el medio ambiente si la tierra se distribuye en partes iguales.

 Esta economía no va contra la iniciativa individual, no pretende eliminar todo tipo de propiedad privada, sino en primer lugar poner la economía al servicio del pueblo y no del dinero, pone la propiedad al servicio de la comunidad y no del lucro individual. Tal vez así algún día logremos llegar a una sociedad donde “cada uno aporta según su capacidad y cada uno recibe según sus necesidades”.

 Tampoco niega el desarrollo de la individualidad, que es muy distinto al individualismo. Nuestro principal objetivo es que todos los compañeros puedan disfrutar de su tiempo para desarrollarse como personas, crear, amar, jugar, divertirse, compartir con familia y amigos, disfrutar del arte y la cultura, hacer deportes, contemplar el mundo, conocer su Patria. En muchos países se está intentando desarrollar esta nueva economía, comunitaria, cristiana, humanista, solidaria. En Ecuador, Bolivia o Venezuela, de distintas maneras, se intenta avanzar hacia un nuevo orden económico dónde no sea el dinero sino las personas y las familias lo que esté en el centro. (Cuaderno 3, Cap. 10, pp. 35-37.

 Pero también en Cuba, Ecuador, Bolivia o Venezuela, puede verse, aunque no de una manera muy distinta, los estragos que causan una economía socialista, o de capitalismo estatizado, donde, a nombre de erradicar la pobreza y desigualdad, se multiplican de manera exponencial los pobres y los desiguales, que pasan a convertirse en los pretextos para que feroces dictadores barran con la libertad, la democracia y los derechos humanos.

 Son países cuyos gobiernos cuentan con el apoyo y beneplácito del Papa Francisco, seguro que por intermediación de socialistas como Grabois, quien le suministra munición a ateos convictos y confesos como Maduro, Correa y Morales para realizar uno de los sueños más acariciados por el comunismo ateo: acabar con la Iglesia Católica tradicional.








✒ Manuel Malaver | Factor MM | Miércoles 16 de noviembre de 2016.

22.10.16

Los mapuches y la secesión territorial de la Argentina



¿Qué reclaman?


 Desde hace varios años el sur argentino es objeto de sistemáticas ocupaciones y reclamos territoriales violentos por parte de los muy promocionados mapuches, un pueblo “originario” sólo en la inventiva del Foreign Office británico. Para la reivindicación de tierras consideradas como “propias” se amparan en el artículo 75, inciso 17, de nuestra Constitución Nacional, que sostiene: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.

 Fuertemente organizados, en la actualidad usurpan terrenos que no les pertenecen por ser legalmente de propietarios privados, del Estado o de Parques Nacionales. Por citar tan sólo algunos ejemplos de los muchos que abundan, en la provincia de Neuquén han ocupado un hotel 5 estrellas en la localidad Villa Pehuenia; se han “instalado” en el cerro Belvedere ubicado en Villa La Angostura, como así también en la estancia Tiger Way ubicada en el lago Quillén, en el departamento Aluminé. A su vez, en la provincia de Río Negro reclaman 500 hectáreas en tierras aledañas al cerro Otto en San Carlos de Bariloche, como así también un extenso campo perteneciente a la Escuela Militar de Montaña ubicado en el Circuito Chico barilochense. Hasta llegan a cobrar peajes paralelos ilegales, invocando que están en “tierra mapuche”. Según las investigaciones, ya hay más de 400 ocupaciones de tierras ricas, y se estima que en la actualidad hay más de 120.000 mapuches en la Argentina, cerca de los cuales 80.000 residen fundamentalmente en Neuquén y en el resto de las provincias sureñas.

El origen de los mapuches

 A pesar de la sistemática tergiversación historiográfica oficial, los tan promocionados “mapuches” nunca existieron. En realidad se trata de araucanos, un pueblo guerrero proveniente de la provincia de Arauco en la República de Chile. En tal sentido, cuando en 1550 la Corona española crea la Capitanía General de Chile, algunos araucanos –ante el avance de los españoles– comienzan a emigrar cruzando la Cordillera de los Andes. La emigración fue una constante desde el siglo XVI en adelante, pero se hizo verdaderamente masiva desde el siglo XIX. Por eso nunca fueron un “pueblo originario” de nuestro actual territorio, sino unos invasores. Y mientras los araucanos llegaban a lo que hoy es Argentina, estas tierras ya estaban ocupadas por los reales pueblos originarios de la zona, los tehuelches, puelches, ranqueles y pampas, pueblos que los mismísimos araucanos, en cruentas guerras, hicieron desaparecer en un verdadero genocidio. Los hoy burdamente denominados mapuches acusan al General Julio Argentino Roca de genocida, cuando fueron sus ancestros los responsables del exterminio de los tehuelches. Por esta razón, investigadores argentinos serios como Estanislao Zeballos, Lucio Mansilla o Manuel Prado no mencionan en sus libros a los mapuches como pueblo originario. Tampoco Juan Manuel de Rosas o el General Roca los mencionan en sus respectivas expediciones hacia el Sur.

 Y en el marco de la denominada ‘Campaña del Desierto’ de 1879 encabezada por Julio Argentino Roca, General en Jefe del Ejército Argentino, el futuro presidente enfrentó precisamente a los araucanos, que ya contaban con fusiles Remington provistos desde Chile por obra y gracia de la diplomacia inglesa, a cambio de ganado criollo que era robado por los sistemáticos malones. Prueba de ello es que la columna del Ejército Nacional comandada por el Gral. Villegas tenía como objetivo clausurar y controlar los pasos andinos por donde les llegaban a los araucanos los fusiles Remington.

 La Campaña de Roca estuvo destinada a integrar, a incorporar de manera efectiva el sector patagónico que por derecho histórico y político siempre nos correspondió y que estaba bajo el poder tiránico del malón araucano, cuyos frutos más notables eran el robo de ganado y de mujeres, y la provocación de incendios. En realidad, la expedición del General Roca resultó ser la primera guerra contra Chile y no una “campaña contra el indio” como vulgarmente se quiere dar a entender. Es que el 90% de la población chilena era indígena, lo que no es cosa menor ya que en definitiva nuestro país defendía la soberanía sobre una Patagonia que los caciques araucanos deseaban…. y que eran chilenos. Entonces, ¿con qué derecho los mapuches invocan en la actualidad el carácter de “pueblo originario” en el suelo argentino?

El imperialismo británico

 Las falsas reivindicaciones que llevan adelante los mapuches son maniobras antinacionales manejadas desde las mismísimas superestructuras internacionalistas, más en concreto desde el Foreign Office británico, uno de los principales bancos de cerebros del Nuevo Orden Mundial. A su vez, la “causa mapuche” es una de las grandes banderas levantadas por el marxismo internacionalista que hace del indigenismo recalcitrante una suerte de causa suprema de lucha, haciéndole siempre el juego al expansionismo plutocrático-capitalista. A ello hay que sumarle la complicidad de una clase dirigente que prácticamente convive con el reclamo mapuche y que no muestra ningún tipo de reacción seria ante tamaña problemática.

 La sede mapuche se encuentra en Inglaterra, a través de la conformación de su principal ONG denominada Enlace Mapuche Internacional, ubicada en 6 Lodge Street, Bristol, Inglaterra. La dirección de la sede no podía ser más simbólica: “La sexta calle de la logia”, en clara referencia a la Masonería. Su sitio oficial en la web es www.mapuche-nation.org, un sitio que se edita en inglés, francés, alemán y español. Salvo un nombre de origen araucano, Reynaldo Mariqueo, el resto de los miembros ejecutivos de la ONG tienen nombres anglos: Watson, Melville, Stanley, McCarthy, Chambers y Harvey. Y entre sus más “ilustres” colaboradores se destaca el parisino Philippe Paul Alexandre Henry Boiry, auto-titulado “Príncipe de Araucania y Patagonia”, Gran Maestre de la Masonería Francesa, descendiente del internacionalista Orélie Antoine de Tounens y de fuertes vínculos con la Banca Rothschild.

 El sitio oficial de la web resalta el origen británico en la “causa” mapuche: “Enlace Mapuche Internacional o Mapuche International Link (MIL) fue fundado el 11 de mayo de 1996 en Bristol (Reino Unido). Tuvo su origen en un grupo de mapuches y europeos preocupados por la situación de las naciones y pueblos indígenas de América y concienciados por los derechos inalienables que les asisten. Esta nueva organización vino a reemplazar al Comité Exterior Mapuche (CEM), organización que venía operando internacionalmente desde enero de 1978 desde su base ubicada en la ciudad de Bristol. MIL heredó y puso en práctica los principios y objetivos del CEM con la firme determinación de contribuir a la lucha de los pueblos indígenas para lograr mayores niveles de autonomía y libre determinación en sus procesos de desarrollo. La creación de esta nueva organización se enmarcó dentro del programa de las Naciones Unidas conocido como ‘Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas’ del Mundo (1995 a 2004), cuyo objetivo fue promover y proteger a nivel mundial el respeto de los derechos de los pueblos indígenas en cuestiones tales como los derechos humanos, el medio ambiente, el desarrollo, la salud, la cultura y la educación”.


 Sin lugar a dudas, el gran objetivo es la conformación del “Estado Mapuche” dentro de la actual Patagonia argentino-chilena. Inclusive se difunde impunemente, y ante la total indiferencia de funcionarios provinciales y del Gobierno Nacional, el mapa de la ‘Nación Mapu’, que va desde el Océano Pacífico hasta el Océano Atlántico, que toma la 9ª y la 10ª región sureña de Chile y prácticamente un 30% del territorio argentino. Así lo sostiene también su sitio web: “La Nación Mapuche está ubicada en el sur de los territorios que hoy ocupan los estados de Chile y Argentina. Hace un poco más de 130 años su territorio ancestral, y el de otros pueblos originarios aliados, se extendía desde el sur del río Bio-Bio (Chile) hasta el extremo austral del continente, y en Argentina desde los ríos Colorado y Salado hasta el estrecho de Magallanes”.

Conclusión

 Con el establecimiento del “Estado Mapuche”, alentado por el Foreign Office, la Masonería Internacional y el marxismo cultural, lo que se busca en el fondo es fracturar el territorio de la República Argentina en aras del geoestratégico expansionismo británico. El Reino Unido tiene vitales intereses geopolíticos en el Atlántico Sur, razón por la que, gracias a su poderío atómico y al de la OTAN, usurpa las Islas Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur, con proyección hacia nuestro sector antártico.

 En nuestro país los araucanos –artificialmente denominados mapuches–, no sólo invadieron el sur argentino desde el siglo XVI sino que exterminaron a nuestros tehuelches patagónicos. En la actualidad reclaman tierras que no les pertenecen y desconocen nuestra integridad territorial como país soberano. El problema es más serio de lo que parece, está en juego nada más ni nada menos que nuestro patrimonio territorial. Por eso hoy más que nunca hace falta un gobierno auténticamente Nacionalista que ponga fin a la inoperancia -cuando no la indiferencia– de los diferentes gobiernos locales de turno. Tomemos real conciencia del peligro mapuche en nuestra Patria, de cómo los poderes mundiales operan entre bastidores en claro perjuicio del Destino Nacional. ¡Argentina Despierta!

Artículo publicado en el Periódico Bandera Nº 11 (Agosto 2016).

✒ Darío Coria | Periódico Bandera, nro. 11  | Sábado 22 octubre de 2016.
http://periodicobandera.com.ar/archivos/1392

23.8.16

La rastrera intelectualidad de la miseria en socialismo

Como el socialismo es intrínsecamente inviable su conclusión final es el
colapso; colapsará eventualmente el socialismo del siglo XXI, incluso en
 Venezuela. (Roberto Chile/Cubadebate)



 Conducir un país al despeñadero socialista requiere que el grueso de su intelectualidad adopte la justificación de la envidia como axioma moral, logrado eso cualquier crisis sirve al socialismo para llegar al poder sobre una ola de resentimiento. Y es por eso que para abandonar el socialismo no basta que colapse por su inherente inviabilidad, también se requiere que los intelectuales asuman la autonomía individual como axioma moral, oponiendo civilización y prosperidad a barbarie y miseria para difundir la responsabilidad de cada cual sobre sí mismo, lo que en medio de la destrucción material y moral que deja el socialismo es ciertamente difícil.


 Como el socialismo es intrínsecamente inviable su conclusión final es el colapso, colapsará eventualmente el socialismo del siglo XXI, incluso en Venezuela, con restringida oposición política y acosada economía privada, o cayendo sobre nosotros la noche del totalitarismo sin ambages, eventualmente colapsará, entonces pudiéramos transitar al capitalismo desde las ruinas del socialismo, para lo que lo estrictamente económico es simple, y lo difícil el problema político y cultural que pasa por no excusar a nadie de la responsabilidad sobre sí mismo tras décadas convenciendo a todos de que no es sobre ellos mismos que recae la responsabilidad de sus vidas, que todo se les debe por simplemente existir, pese a que su imaginario derecho a todo cause la realidad de su miseria, y a cambio de poco o nada concreto entreguen su lealtad al absurdo que gobierna sus conciencias.

Las causas intelectuales del mal
 La extensión y profundidad de la destrucción del aparato productivo por el neocomunismo venezolano se compensó con el masivo subsidio de importaciones durante la larga bonanza petrolera, sus consecuencias trágicas emergieron al caer el precio del crudo, pero mientras nuestros intelectuales y políticos, de gobierno y oposición, sigan siendo socialistas, los seguirían la mayoría de los venezolanos en mantener por norte moral la justificación de la envidia, por lo que dudo que padeciendo la miseria del socialismo mis compatriotas de a pie comprendan que sufrimos la realidad de lo que por décadas nos vendieron como fantasioso paraíso la mayoría de nuestros intelectuales.

 En la terca insistencia en el error que materializó esta pesadilla, las culpas de los intelectuales superan por mucho las de los políticos, no llegamos accidentalmente al borde del precipicio totalitario, los más influyentes se empeñaran en conducirnos y los más ilusos en arrojarse, arrastrando en su caída al resto.

 Corrieron alegremente al despeñadero sin verlo como lo que realmente era, porque durante décadas sus intelectuales y artistas se ocuparon de taparles los ojos con falsedades encantadoras. Con falsedad por causa y miseria por consecuencia el chavismo es perfecto modelo de socialismo.

La miseria moral de nuestra intelectualidad
 Que el consenso de nuestra intelectualidad fue la miseria moral que nos condujo a la miseria material que nos ahoga hoy, queda claro al recordarlos reptando entre las botas de tiranos que se complacían en glorificar.

 En 1989, nada menos que 911 intelectuales y artistas venezolanos, representativos y prestigiosos, publicaban en anuncios pagados en dos diarios de circulación nacional su manifiesto de servil alabanza en bienvenida al dictador que por más tiempo ha aplastado bajo su bota un pueblo de Hispanoamérica, y no eran una minoría radical, sino la más distinguida representación de la bajeza moral filo castrista que entonces exhibía y hoy mal esconde el grueso de la intelectualidad venezolana. Entre quienes podían ser considerados intelectuales o artistas profesionales entonces, la abrumadora mayoría coincidía con la servil adoración al tirano de los representativos firmantes.

El discreto encanto de la disidencia
 Tal miseria de intelectualidad tenía que aplaudir como aplaudió –con preclaras y escasas excepciones– tanto el fallido golpe de Estado como la llegada al poder, hace 17 años, del socialismo revolucionario que nos hundiría en la miseria. Aunque algunos después se deslizarían a la oposición, no son opositores al socialismo, sino disidentes de una variante que actúan en nombre del propio socialismo porque, según ellos y nadie más en el mundo, no es socialismo lo que nos gobierna, aunque los desmientan los socialistas más relevantes del mundo apoyando en mayor o menor grado al socialismo venezolano en el poder.

 Algunos obtuvieron el perdón de sus disensos retomando el servicio del totalitarismo en construcción, mientras el resto se vio obligado a imaginar un socialismo diferente del que por su realidad ahora les espantaba, algo más cercano a Estados del bienestar europeos que al totalitarismo cubano que tanto alabaron cuando no vivían en carne propia la miseria y el racionamiento, y que ni viviendo bajo su sombra admiten que fue una idiotez irresponsable idolatrar.

 Como el proyecto continental del Foro de Sao Paulo pasa por su peor momento parte de la izquierda occidental se deslinda de esa imagen, ilusionando a nuestros disidentes, pero en su fuero interno la abrumadora mayoría de los socialistas de Occidente siguen considerando al chavismo un modelo a imitar, tal y como nuestros disidentes siguen adorando al nonagenario sátrapa de La Habana, aunque unos y otros se vean obligados a decir otra cosa.

 Y a la luz de esa intelectualidad la mayoría creerá contra toda evidencia en la viabilidad y bondad de lo intrínsecamente inviable y maligno. Ante la realidad contraria responderán con la negación de la realidad, se aferrarán incluso a la leyenda del socialismo escandinavo, por lo que el último refugio de los socialistas no es socialista y jamás admitirán como el Estado de bienestar corrompió a Suecia con un radicalismo socialdemócrata en gran parte abandonado.

 Así soñarán con Estocolmo mientras el lumpen criminal despreciado por Marx aquí ascendió a revolucionario azote de clases enemigas, la propaganda inventa absurdos para atribuir inflación, escasez, racionamiento e inseguridad a una mítica guerra económica en que únicamente creen los perfectos idiotas de aquí y del mundo entero, y los líderes de la oposición socialista venezolana responden a cada inflacionario aumento de salarios sin soporte en la productividad, criticando el que no sea mucho mayor.


✒ Guillermo Rodríguez González* | PanAm Post  | 17 de agosto de 2016.
*Guillermo Rodríguez G. es investigador del Centro de Economía Política Juan de Mariana y profesor de Economía Política del Instituto Universitario de Profesiones Gerenciales IUPG, de Caracas, Venezuela.
http://linkis.com/es.panampost.com/gui/4u5Zt 

16.8.16

Reseña del libro Volver A Matar



 Volver a matar es la historia de una época terrible de la República Argentina. Narra el inicio de la "guerra popular prolongada" que las organizaciones terroristas declararon a todos los estamentos del Estado Nacional, bajo la inspiración del castro-comunismo. Pero el libro se ocupa, fundamentalmente, de la forma en que el Estado argentino las combatió con la ley en la mano a partir de julio de 1971, cuando creó la Cámara Federal en lo Penal de la Nación. El tiempo de esta Cámara "a la que la subversión llamó despectivamente "Camarón" o "Cámara del terror" fue muy corto, duró hasta el 25 de mayo de 1973, día en que con violencia se abrieron las rejas de las cárceles y los presos volvieron a sus organizaciones clandestinas para sembrar la muerte, aún en una época de gobierno constitucional.


 Por primera vez el lector conocerá algunos de los numerosos casos que trató el alto tribunal, compuesto por jurisconsultos de larga trayectoria. Ellos triunfaron pero también perdieron. Impusieron la ley, no hubo represión ilegal, pero luego, con el gobierno de Héctor J. Cámpora, fueron perseguidos, degradados, sufrieron atentados o tuvieron que exiliarse. 

 Tras la ley de amnistía "amplia y generosa", José Alberto Deheza, ex ministro de Justicia y de Defensa de Isabel Martínez de Perón, declaró: "No soy contrario a la ley del olvido, pero una ley que libera a simples asesinos que sembraron el terror matando a mansalva en nombre de ideales revolucionarios, importa una grave irresponsabilidad. En la mayor parte de los casos, se trataba de componentes de bandas clandestinas que emboscaban a sus víctimas para ultimarlas con perversidad". Volver a matar se sumerge en un archivo secreto que muchos intentaron destruir, pero que fue salvado para las generaciones futuras. 

 Testimonios inéditos y documentos confidenciales desconocidos hasta hoy abonan lo afirmado. Una vez más, como lo hiciera en "Nadie fue" y en "Fuimos todos", Juan B. Yofre brinda aquí un aporte fundamental a nuestra historia reciente y rinde su homenaje a la memoria completa de los argentinos.

✒ Cúspide Libros.
http://www.cuspide.com/9789500730686/Volver+A+Matar

Palabras del Lic. Luis Labraña,un ex terrorista argentino


Palabras del Lic. Luis Labraña,un ex terrorista argentino en la presentación del libro del Tata Yofre (18-Jun-2009).

"Buenas tardes, señoras y señores.

 En primer lugar quiero agradecer muy especialmente al Tata Yofre por concederme el honor de estar participando en esta mesa y ante la presencia de Uds.

 Me imagino que me miran con curiosidad y desconfianza...

 ¡Es lógico! Días atrás, leyendo una crónica sobre Volver a matar, el periodista caracteriza a los dos guerrilleros entrevistados como personas que hablan desde el arrepentimiento.¡Pensar que alguien me encuadra en la figura de un arrepentido me causa pavor. Me imagino a una persona destruida, con un dedo enorme marcando a sus compañeros por la calle.... Me imagino el mismo dedo indicándole a sus captores quién de la lista debía morir y quien debía vivir... Y me lo imagino, al inicio de la democracia, con ese mismo dedo, señalándole a los medios quiénes fueron los que le perdonaron la vida...

 Asocio la imagen de un arrepentido más a la de un ingrato que a la de un traidor. La traición es circunstancial. La ingratitud es una de las malas condiciones humanas. Por eso me veo obligado a aclarar que yo no soy un arrepentido. Yo no estuve cautivo. No sufrí apremios. No delaté a nadie. Y si hoy, por primera vez, aparezco en público u estoy aquí, en esta mesa frente a Uds, es por convicción. Por pura convicción!

 Al leer el libro de Yofre, se activaron los vericuetos de mi memoria.

 Memoria es una hermosa palabra manoseada hasta la degradación.

 Recordé a "Dixie", la quinta donde fui detenido aquel 14 de febrero de 1973. Recordé algunos momentos, algunos rostros, algunas situaciones: los días inciertos de incomunicación e interrogatorios, la certidumbre de muchos años de cárcel. Y sobre todo la actitud del Juez que se instaló a dormir en la misma dependencia en la que estábamos detenidos para garantizar nuestras vidas: estaba en manos de la Cámara Federal en lo Penal.

 Pasaron 36 años y recién, gracias a Volver a matar, comprendo el inmenso valor político de esa instancia constitucional, creada por un gobierno de facto. Era evidente, para todos, menos para nosotros, que el gobierno del Gral. Alejandro Agustín Lanusse intentaba combatirnos con la ley en la mano, y eso habría una brecha democrática en el accionar de su gobierno. Pero nosotros no entendíamos nada de política real. La ideología se imponía al raciocinio y a la realidad. Éramos ciegos.

 Bueno...

 Todos ya sabemos como continuó la historia.Este libro me conduce a la reflexión.. Pienso que a muchos de Uds. también.Volver a matar es la obra de un historiador y no, como el Tata humildemente se denominó en un programa radial: un cronista.

 En contraposición a las publicaciones de snobs contrafácticos que suelen pulular en los medios, éste es un libro científico. Cada palabra está respaldada por una meticulosa documentación. Es la obra, repito, de un investigador que sabe de estrategias. La riqueza de este libro va más allá de la rigurosidad histórica: Abre nuevos caminos a la actualidad.

 Y ahora reflexiono en voz alta: Queda claro a través de la documentación el importante rol de Cuba en el desarrollo y crecimiento de la guerrilla. Había y hay intereses que van más lejos de la simple solidaridad revolucionaria. Hablo de los intereses geoestratégicos que tenía el bloque soviético y de los cuales Cuba era su más fiel aliado en América.

 Cabe determinar si la guerrilla operó por espontaneidad y rebeldía. De lo contrario, estamos frente a una libre interpretación jurídica: el accionar de la guerrilla dentro de los delitos de lesa humanidad, por responder a las órdenes o intereses de un estado. Todos sabemos que las declaraciones del Tribunal de Roma son meras palabras, jurisprudencia para utilizar acorde a las necesidades e intereses del momento porque la guerra -en sí misma- es un delito de lesa humanidad.


 Y no hay tribunal en el mundo que pueda evitar una guerra.

 El antónimo de guerra es el vocablo política.

 La palabra paz es sólo un lindo momento que se goza entre la guerra y la política.

 No nos hagamos más los pacifistas a conveniencia. Aquí hubo una guerra. Pese a lo que digan los vendedores de memoria. Y quienes lo niegan faltan a la verdad y ofenden la convicción y la valentía de quienes murieron en ambas trincheras. Negar la guerra, a la cual nos referíamos continuamente en nuestros documentos como "guerra revolucionaria, popular y prolongada", es hacernos quedar como niñitos estúpidos de un jardín de infantes. 
 Es desmerecernos en provecho de algunos bolsillos.

 Nosotros fuimos héroes en tiempos de guerra. Y en la otra trinchera también.Nadie debe apropiarse de la sangre y del dolor de los que escribieron la historia de los 70.
Alguien, no sabemos quien ni cuando abrió la caja de Pandora y dejó encerrado el Código Penal.

 Fue el comienzo del fin.

 En una guerra, al fragor del combate, no hay tregua, piedad ni perdón porque está en juego la vida.

 No me imagino las tropas norteamericanas en Irak ni las soviéticas en Afganistán ni a los franceses en Argelia ni a los occidentales en los Balcanes con combatientes vestidos con plumas blancas, globos de colores y caramelos para los enemigos..

 La guerra libera al depredador más grande del reino animal: al hombre.

 Y en los 70 el ser argentino mutó en fiera. Y pasó lo que pasó. Mucha muerte, dolor, exilio, cárcel. Vino esta democracia como pudo y con lo que pudo e intento poner paños fríos: amnistía, indulto.

 Y comenzamos a caminar mirándonos de reojo pero caminábamos. Lentamente nos acostumbrábamos los unos con los otros... Y de pronto otra vez el hombre muta... Pero no en la bestia guerrera! En un cretino, mediocre e insaciable que generó esta Argentina desprotegida. Esta Argentina sin justicia, sin FFAA, sin contrato social, sin salud, sin trabajo, sin educación...sin seguridad.

 El libro del Tata me llevó a reflexionar que necesitamos una Argentina libre del pasado, sin mezquindades, sin recuento de los muertos, con un monumento único para los que cayeron y con un indulto amplio que nos permita la paz interna.

 Porque aquí no hay salida: o quedamos todos libres o vamos todos presos!
Muchas gracias."

Lic. Luis Labraña


✒ Luis Labraña | Al Final  | 15 de junio de 2009. 
http://www.alfinal.com/politica/labrana.php