23.8.16

La rastrera intelectualidad de la miseria en socialismo

Como el socialismo es intrínsecamente inviable su conclusión final es el
colapso; colapsará eventualmente el socialismo del siglo XXI, incluso en
 Venezuela. (Roberto Chile/Cubadebate)



 Conducir un país al despeñadero socialista requiere que el grueso de su intelectualidad adopte la justificación de la envidia como axioma moral, logrado eso cualquier crisis sirve al socialismo para llegar al poder sobre una ola de resentimiento. Y es por eso que para abandonar el socialismo no basta que colapse por su inherente inviabilidad, también se requiere que los intelectuales asuman la autonomía individual como axioma moral, oponiendo civilización y prosperidad a barbarie y miseria para difundir la responsabilidad de cada cual sobre sí mismo, lo que en medio de la destrucción material y moral que deja el socialismo es ciertamente difícil.


 Como el socialismo es intrínsecamente inviable su conclusión final es el colapso, colapsará eventualmente el socialismo del siglo XXI, incluso en Venezuela, con restringida oposición política y acosada economía privada, o cayendo sobre nosotros la noche del totalitarismo sin ambages, eventualmente colapsará, entonces pudiéramos transitar al capitalismo desde las ruinas del socialismo, para lo que lo estrictamente económico es simple, y lo difícil el problema político y cultural que pasa por no excusar a nadie de la responsabilidad sobre sí mismo tras décadas convenciendo a todos de que no es sobre ellos mismos que recae la responsabilidad de sus vidas, que todo se les debe por simplemente existir, pese a que su imaginario derecho a todo cause la realidad de su miseria, y a cambio de poco o nada concreto entreguen su lealtad al absurdo que gobierna sus conciencias.

Las causas intelectuales del mal
 La extensión y profundidad de la destrucción del aparato productivo por el neocomunismo venezolano se compensó con el masivo subsidio de importaciones durante la larga bonanza petrolera, sus consecuencias trágicas emergieron al caer el precio del crudo, pero mientras nuestros intelectuales y políticos, de gobierno y oposición, sigan siendo socialistas, los seguirían la mayoría de los venezolanos en mantener por norte moral la justificación de la envidia, por lo que dudo que padeciendo la miseria del socialismo mis compatriotas de a pie comprendan que sufrimos la realidad de lo que por décadas nos vendieron como fantasioso paraíso la mayoría de nuestros intelectuales.

 En la terca insistencia en el error que materializó esta pesadilla, las culpas de los intelectuales superan por mucho las de los políticos, no llegamos accidentalmente al borde del precipicio totalitario, los más influyentes se empeñaran en conducirnos y los más ilusos en arrojarse, arrastrando en su caída al resto.

 Corrieron alegremente al despeñadero sin verlo como lo que realmente era, porque durante décadas sus intelectuales y artistas se ocuparon de taparles los ojos con falsedades encantadoras. Con falsedad por causa y miseria por consecuencia el chavismo es perfecto modelo de socialismo.

La miseria moral de nuestra intelectualidad
 Que el consenso de nuestra intelectualidad fue la miseria moral que nos condujo a la miseria material que nos ahoga hoy, queda claro al recordarlos reptando entre las botas de tiranos que se complacían en glorificar.

 En 1989, nada menos que 911 intelectuales y artistas venezolanos, representativos y prestigiosos, publicaban en anuncios pagados en dos diarios de circulación nacional su manifiesto de servil alabanza en bienvenida al dictador que por más tiempo ha aplastado bajo su bota un pueblo de Hispanoamérica, y no eran una minoría radical, sino la más distinguida representación de la bajeza moral filo castrista que entonces exhibía y hoy mal esconde el grueso de la intelectualidad venezolana. Entre quienes podían ser considerados intelectuales o artistas profesionales entonces, la abrumadora mayoría coincidía con la servil adoración al tirano de los representativos firmantes.

El discreto encanto de la disidencia
 Tal miseria de intelectualidad tenía que aplaudir como aplaudió –con preclaras y escasas excepciones– tanto el fallido golpe de Estado como la llegada al poder, hace 17 años, del socialismo revolucionario que nos hundiría en la miseria. Aunque algunos después se deslizarían a la oposición, no son opositores al socialismo, sino disidentes de una variante que actúan en nombre del propio socialismo porque, según ellos y nadie más en el mundo, no es socialismo lo que nos gobierna, aunque los desmientan los socialistas más relevantes del mundo apoyando en mayor o menor grado al socialismo venezolano en el poder.

 Algunos obtuvieron el perdón de sus disensos retomando el servicio del totalitarismo en construcción, mientras el resto se vio obligado a imaginar un socialismo diferente del que por su realidad ahora les espantaba, algo más cercano a Estados del bienestar europeos que al totalitarismo cubano que tanto alabaron cuando no vivían en carne propia la miseria y el racionamiento, y que ni viviendo bajo su sombra admiten que fue una idiotez irresponsable idolatrar.

 Como el proyecto continental del Foro de Sao Paulo pasa por su peor momento parte de la izquierda occidental se deslinda de esa imagen, ilusionando a nuestros disidentes, pero en su fuero interno la abrumadora mayoría de los socialistas de Occidente siguen considerando al chavismo un modelo a imitar, tal y como nuestros disidentes siguen adorando al nonagenario sátrapa de La Habana, aunque unos y otros se vean obligados a decir otra cosa.

 Y a la luz de esa intelectualidad la mayoría creerá contra toda evidencia en la viabilidad y bondad de lo intrínsecamente inviable y maligno. Ante la realidad contraria responderán con la negación de la realidad, se aferrarán incluso a la leyenda del socialismo escandinavo, por lo que el último refugio de los socialistas no es socialista y jamás admitirán como el Estado de bienestar corrompió a Suecia con un radicalismo socialdemócrata en gran parte abandonado.

 Así soñarán con Estocolmo mientras el lumpen criminal despreciado por Marx aquí ascendió a revolucionario azote de clases enemigas, la propaganda inventa absurdos para atribuir inflación, escasez, racionamiento e inseguridad a una mítica guerra económica en que únicamente creen los perfectos idiotas de aquí y del mundo entero, y los líderes de la oposición socialista venezolana responden a cada inflacionario aumento de salarios sin soporte en la productividad, criticando el que no sea mucho mayor.


✒ Guillermo Rodríguez González* | PanAm Post  | 17 de agosto de 2016.
*Guillermo Rodríguez G. es investigador del Centro de Economía Política Juan de Mariana y profesor de Economía Política del Instituto Universitario de Profesiones Gerenciales IUPG, de Caracas, Venezuela.
http://linkis.com/es.panampost.com/gui/4u5Zt 

16.8.16

Reseña del libro Volver A Matar



 Volver a matar es la historia de una época terrible de la República Argentina. Narra el inicio de la "guerra popular prolongada" que las organizaciones terroristas declararon a todos los estamentos del Estado Nacional, bajo la inspiración del castro-comunismo. Pero el libro se ocupa, fundamentalmente, de la forma en que el Estado argentino las combatió con la ley en la mano a partir de julio de 1971, cuando creó la Cámara Federal en lo Penal de la Nación. El tiempo de esta Cámara "a la que la subversión llamó despectivamente "Camarón" o "Cámara del terror" fue muy corto, duró hasta el 25 de mayo de 1973, día en que con violencia se abrieron las rejas de las cárceles y los presos volvieron a sus organizaciones clandestinas para sembrar la muerte, aún en una época de gobierno constitucional.


 Por primera vez el lector conocerá algunos de los numerosos casos que trató el alto tribunal, compuesto por jurisconsultos de larga trayectoria. Ellos triunfaron pero también perdieron. Impusieron la ley, no hubo represión ilegal, pero luego, con el gobierno de Héctor J. Cámpora, fueron perseguidos, degradados, sufrieron atentados o tuvieron que exiliarse. 

 Tras la ley de amnistía "amplia y generosa", José Alberto Deheza, ex ministro de Justicia y de Defensa de Isabel Martínez de Perón, declaró: "No soy contrario a la ley del olvido, pero una ley que libera a simples asesinos que sembraron el terror matando a mansalva en nombre de ideales revolucionarios, importa una grave irresponsabilidad. En la mayor parte de los casos, se trataba de componentes de bandas clandestinas que emboscaban a sus víctimas para ultimarlas con perversidad". Volver a matar se sumerge en un archivo secreto que muchos intentaron destruir, pero que fue salvado para las generaciones futuras. 

 Testimonios inéditos y documentos confidenciales desconocidos hasta hoy abonan lo afirmado. Una vez más, como lo hiciera en "Nadie fue" y en "Fuimos todos", Juan B. Yofre brinda aquí un aporte fundamental a nuestra historia reciente y rinde su homenaje a la memoria completa de los argentinos.

✒ Cúspide Libros.
http://www.cuspide.com/9789500730686/Volver+A+Matar

Palabras del Lic. Luis Labraña,un ex terrorista argentino


Palabras del Lic. Luis Labraña,un ex terrorista argentino en la presentación del libro del Tata Yofre (18-Jun-2009).

"Buenas tardes, señoras y señores.

 En primer lugar quiero agradecer muy especialmente al Tata Yofre por concederme el honor de estar participando en esta mesa y ante la presencia de Uds.

 Me imagino que me miran con curiosidad y desconfianza...

 ¡Es lógico! Días atrás, leyendo una crónica sobre Volver a matar, el periodista caracteriza a los dos guerrilleros entrevistados como personas que hablan desde el arrepentimiento.¡Pensar que alguien me encuadra en la figura de un arrepentido me causa pavor. Me imagino a una persona destruida, con un dedo enorme marcando a sus compañeros por la calle.... Me imagino el mismo dedo indicándole a sus captores quién de la lista debía morir y quien debía vivir... Y me lo imagino, al inicio de la democracia, con ese mismo dedo, señalándole a los medios quiénes fueron los que le perdonaron la vida...

 Asocio la imagen de un arrepentido más a la de un ingrato que a la de un traidor. La traición es circunstancial. La ingratitud es una de las malas condiciones humanas. Por eso me veo obligado a aclarar que yo no soy un arrepentido. Yo no estuve cautivo. No sufrí apremios. No delaté a nadie. Y si hoy, por primera vez, aparezco en público u estoy aquí, en esta mesa frente a Uds, es por convicción. Por pura convicción!

 Al leer el libro de Yofre, se activaron los vericuetos de mi memoria.

 Memoria es una hermosa palabra manoseada hasta la degradación.

 Recordé a "Dixie", la quinta donde fui detenido aquel 14 de febrero de 1973. Recordé algunos momentos, algunos rostros, algunas situaciones: los días inciertos de incomunicación e interrogatorios, la certidumbre de muchos años de cárcel. Y sobre todo la actitud del Juez que se instaló a dormir en la misma dependencia en la que estábamos detenidos para garantizar nuestras vidas: estaba en manos de la Cámara Federal en lo Penal.

 Pasaron 36 años y recién, gracias a Volver a matar, comprendo el inmenso valor político de esa instancia constitucional, creada por un gobierno de facto. Era evidente, para todos, menos para nosotros, que el gobierno del Gral. Alejandro Agustín Lanusse intentaba combatirnos con la ley en la mano, y eso habría una brecha democrática en el accionar de su gobierno. Pero nosotros no entendíamos nada de política real. La ideología se imponía al raciocinio y a la realidad. Éramos ciegos.

 Bueno...

 Todos ya sabemos como continuó la historia.Este libro me conduce a la reflexión.. Pienso que a muchos de Uds. también.Volver a matar es la obra de un historiador y no, como el Tata humildemente se denominó en un programa radial: un cronista.

 En contraposición a las publicaciones de snobs contrafácticos que suelen pulular en los medios, éste es un libro científico. Cada palabra está respaldada por una meticulosa documentación. Es la obra, repito, de un investigador que sabe de estrategias. La riqueza de este libro va más allá de la rigurosidad histórica: Abre nuevos caminos a la actualidad.

 Y ahora reflexiono en voz alta: Queda claro a través de la documentación el importante rol de Cuba en el desarrollo y crecimiento de la guerrilla. Había y hay intereses que van más lejos de la simple solidaridad revolucionaria. Hablo de los intereses geoestratégicos que tenía el bloque soviético y de los cuales Cuba era su más fiel aliado en América.

 Cabe determinar si la guerrilla operó por espontaneidad y rebeldía. De lo contrario, estamos frente a una libre interpretación jurídica: el accionar de la guerrilla dentro de los delitos de lesa humanidad, por responder a las órdenes o intereses de un estado. Todos sabemos que las declaraciones del Tribunal de Roma son meras palabras, jurisprudencia para utilizar acorde a las necesidades e intereses del momento porque la guerra -en sí misma- es un delito de lesa humanidad.


 Y no hay tribunal en el mundo que pueda evitar una guerra.

 El antónimo de guerra es el vocablo política.

 La palabra paz es sólo un lindo momento que se goza entre la guerra y la política.

 No nos hagamos más los pacifistas a conveniencia. Aquí hubo una guerra. Pese a lo que digan los vendedores de memoria. Y quienes lo niegan faltan a la verdad y ofenden la convicción y la valentía de quienes murieron en ambas trincheras. Negar la guerra, a la cual nos referíamos continuamente en nuestros documentos como "guerra revolucionaria, popular y prolongada", es hacernos quedar como niñitos estúpidos de un jardín de infantes. 
 Es desmerecernos en provecho de algunos bolsillos.

 Nosotros fuimos héroes en tiempos de guerra. Y en la otra trinchera también.Nadie debe apropiarse de la sangre y del dolor de los que escribieron la historia de los 70.
Alguien, no sabemos quien ni cuando abrió la caja de Pandora y dejó encerrado el Código Penal.

 Fue el comienzo del fin.

 En una guerra, al fragor del combate, no hay tregua, piedad ni perdón porque está en juego la vida.

 No me imagino las tropas norteamericanas en Irak ni las soviéticas en Afganistán ni a los franceses en Argelia ni a los occidentales en los Balcanes con combatientes vestidos con plumas blancas, globos de colores y caramelos para los enemigos..

 La guerra libera al depredador más grande del reino animal: al hombre.

 Y en los 70 el ser argentino mutó en fiera. Y pasó lo que pasó. Mucha muerte, dolor, exilio, cárcel. Vino esta democracia como pudo y con lo que pudo e intento poner paños fríos: amnistía, indulto.

 Y comenzamos a caminar mirándonos de reojo pero caminábamos. Lentamente nos acostumbrábamos los unos con los otros... Y de pronto otra vez el hombre muta... Pero no en la bestia guerrera! En un cretino, mediocre e insaciable que generó esta Argentina desprotegida. Esta Argentina sin justicia, sin FFAA, sin contrato social, sin salud, sin trabajo, sin educación...sin seguridad.

 El libro del Tata me llevó a reflexionar que necesitamos una Argentina libre del pasado, sin mezquindades, sin recuento de los muertos, con un monumento único para los que cayeron y con un indulto amplio que nos permita la paz interna.

 Porque aquí no hay salida: o quedamos todos libres o vamos todos presos!
Muchas gracias."

Lic. Luis Labraña


✒ Luis Labraña | Al Final  | 15 de junio de 2009. 
http://www.alfinal.com/politica/labrana.php 

2.8.16

Mártires argentinos del terrorismo: Carlos Alberto Sacheri, Jordán Bruno Genta, Raúl Alberto Amelong


Asesinados por su fe en los 70 

 En los años que precedieron al golpe de Estado, montoneros y revolucionarios se cebaron con los líderes y pensadores católicos


 La elección de Jorge Mario Bergoglio como Sumo Pontífice ha puesto de actualidad los dramáticos años que vivió Argentina durante la década de los setenta, con el regreso deJuan Domingo Perón, la brutal escalada terrorista, la muerte del general y la presidencia de su esposa, el golpe de Estado y las Juntas Militares.

 Un episodio poco conocido fuera del país -e incluso silenciado en él- es el sistemático asesinato por parte de grupos terroristas de personalidades católicas de referencia que destacaban, precisamente en cuanto católicas, por su anticomunismo ("intrínsecamente perverso", según la definición de Pío XI en la encíclica Divini Redemptoris de 1937).

 De entre esas personas que murieron por su fe destacan tres nombres que se han recordado estos días en el país hermano, rescatándolas del olvido en el que cayeron por conveniencia política.

Uno de los grandes tomistas argentinos

 Carlos Alberto Sacheri (1933-1974), licenciado en Derecho por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Filosofía por la Universidad Laval de Québec (Canadá), fue profesor en esta última desde 1967 hasta que regresó a Argentina para hacerse cargo de las cátedras de Filosofía y de Historia de la Ideas filosóficas en la Universidad de Buenos Aires y de Metodología Científica y Filosofía Social en la Universidad Católica Argentina. Encuadrado en la importante e influyente escuela tomista de aquel país, escribió poco antes de su muerte una celebrada obra sobre El orden natural, considerada una de las mejores síntesis modernas de la filosofía moral y política del Aquinatense.

 "El análisis de la persona humana y de sus cualidades o propiedades esenciales nos lleva espontáneamente al reconocimiento de un ordenamiento natural, expresión de una sabiduría divina, que ha de servir de base al orden social, determinando las normas éticas básicas que lo expresan en el plano de la conducta humana... De allí surge el concepto clásico del derecho natural como aquello que es debido al hombre en virtud de su esencia, con sus tres notas de universalidad, pues rige para todos los hombres y todos los tiempos; de inmutabilidad, pues escapa en sus normas primeras a las contingencias geográficas, históricas y culturales, y de cognoscibilidad, en razón de ser captado espontáneamente por la conciencia moral de los individuos", explicaba Sacheri (pinche aquí para un artículo resumen de su filosofía social basada en Santo Tomás de Aquino).

 Sacheri se posicionó firmemente contra la teología de la liberación y contra la corriente que, en aquellos años, convirtió a muchos sacerdotes y religiosos en apóstoles, de facto, del marxismo, lo cual denunció en su libro de 1971 La Iglesia clandestina. Él, por el contrario, según afirmó Ricardo von Büren en el Congreso Tomista Internacional celebrado en Roma en 2003, asimiló el magisterio pontificio "hasta revelar un dominio acabado de la Doctrina Social de la Iglesia, de la que es un fino conocedor e intérprete, pudiendo ser considerado como uno de sus más importantes difusores en la Argentina".

 El domingo 22 de diciembre de 1974, cuando salía de misa, fue asesinado por terroristas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en presencia de su mujer y de sus siete hijos,el mayor de 14 años, la pequeña de dos. Le dispararon en la cabeza cuando conducía el coche familiar volviendo a casa desde la catedral de San Isidro (provincia de Buenos Aires). Tenía 41 años y la Iglesia argentina perdió uno de sus pensadores laicos más relevantes.

Bautizado a los 31, Primera Comunión a los 43

 Sus asesinos (el ERP) fueron los mismos que habían acabado semanas antes, y en circunstancias parecidas, con la vida de otro intelectual católico, Jordán Bruno Genta(1909-1974). También en presencia de su familia. En su caso, no al volver, sino cuando se dirigía a misa, un domingo por la mañana, el 27 de octubre de 1974. Recibió once impactos de bala.

 La trayectoria vital de Genta era muy distinta a la de Sacheri. Su padre era ateo y anticlerical, y no bautizó a ninguno de los tres hermanos. Su madre murió de una enfermedad cardiaca cuando ellos eran pequeños. Así que se criaron sin ningún tipo de formación religiosa, y cuando Jordán ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras, enseguida se decantó por la ideología marxista. En 1934 se casó por lo civil con María Lilia Losada, de padres españoles, y al poco tiempo al joven filósofo le diagnosticaron tuberculosis.

 Para curarse de ella se trasladaron a la sierra de Córdoba, donde Genta empezó a meditar los clásicos, en particular Platón y Aristóteles, sin el prisma del materialismo histórico. En 1935, ya curado, fueron a vivir a Paraná, donde se desempeñaba como profesor en la Universidad Nacional del Litoral. Allí conoció la obra de Jacques Maritain y, por su medio, la de Santo Tomás de Aquino, que había estado ausente de su formación académica.

 También traba una amistad, que será decisiva, con Juan Ramón Álvarez Prado, profesor en el seminario diocesano, con quien empieza a debatir sobre el catolicismo y a descubrirlo desde el punto de vista intelectual. Tras años intensificando sus contactos con el clero local, Genta se bautizó en 1940 y ese mismo día contrajo matrimonio religioso con su esposa.

 Luego se convertiría en rector interventor de la institución donde impartía docencia, en la cual se convertiría en bestia negra de la izquierda radical, quien concibió un odio contra él que le llevaría a la muerte treinta años después.

 Políticamente nacionalista, se opuso al gobierno de Juan Domingo Perón y fue depurado, montando en su casa una cátedra libre de enseñanza, hasta su reintegración a la normalidad académica tras la revolución de 1955. Y llegó a ser rector el Instituto Nacional del Profesorado. Para entonces también había concluido su conversión al catolicismo, pero no fue hasta 1952 que hizo su Primera Comunión, con 43 años.

 Completamente volcado en la profundización de su fe, en 1960 escribió una de sus obras más conocidas, Libre examen y comunismo, donde ahonda en las raíces últimas del marxismo, en el fondo, decía, "una cuestión religiosa". Los debabes políticos eran, en su perspectiva, siempre reductibles a un principio metafísico: "Somos católicos y queremos serlo en todo, en el pensamiento, en la decisión, en los afectos, en las pasiones, en las preferencias, lo mismo en la conducta pública que en la privada".


 Y en consonancia con la tradición filosófica cristiana, propugnaba una jerarquía de los saberes coronada por la fe. "Lo que necesita un pueblo es Teología y Metafísica, sobre todo cuando es un pueblo que procede de la Civilización de Cristo, de los griegos y de los romanos. Nada más": así concluyó una conferencia el 27 de octubre de 1974. A la mañana siguiente caía acribillado. Los terroristas sabían a quién mataban.

Un hombre de acción: de Acción Católica

 Raúl Alberto Amelong (1922-1975) corrió la misma suerte el mes de junio siguiente. Con una escenificación parecida. Siempre para mayor crueldad, en presencia de los suyos. Era un alto directivo de Acindar, la poderosa Industria Argentina del Acero. Trasladaba al colegio a su hija, de 17 años, y a un amiga de la joven, cuando cuatro jóvenes se bajaron de un vehículo y descargaron sus armas sobre él. Recibió diez tiros, y uno de ellos hirió en la pierna a la pequeña Inés. Otros nueve hijos recibieron en casa la noticia de que habían perdido a su padre. Fue el 4 de junio de 1975.

 De honda religiosidad, confiaba su seguridad a la Divina Providencia, a pesar de que estaba en riesgo de atentados en una época de impunidad del terrorismo. De hecho su asesinato, reivindicado por los montoneros, nunca llegó a los tribunales. "Si un día me toca morir de forma violenta, rogaré a Dios para que perdone a los asesinos", decía.

 Amelong no era un hombre de pensamiento como Sacheri o Genta, sino un empresario, pero no por ello menos comprometido en la militancia católica. Como ellos, se confesaba tomista: "Pero me falta mucho por saber", admitía con humildad. Fundó la Acción Católicaen Rosario y fue uno de sus dirigentes en Villa Constitución, y financió la construcción de diversos templos. Tanto se comprometió con la Iglesia, que a pesar de su elevada posición vivió siempre modestamente y sólo pocos días antes de su muerte, a los 53 años, pudo proclamar victoriosamente a su mujer: "Hemos terminado de pagar todas nuestras deudas".

 Su esposa recordó su religiosidad tras el asesinato: "Raúl empezó durante el noviazgo a ahondar mi fe y a llenar los huecos que había en mi práctica religiosa”. Fruto de esa devoción fueron las tres vocaciones que surgieron entre sus hijos: un sacerdote y dos religiosas.

 La Iglesia argentina tuvo otros mártires del terrorismo marxista en aquellos años, pero valgan estos tres como muestra, sobre todo porque el magisterio intelectual de los dos primeros ha permanecido vivo.

✒ Carmelo López Arias | Religión en Libertad  | 23 de marzo de 2013.
.http://www.religionenlibertad.com/martires-argentinos-del-terrorismo-carlos-alberto-sacheri-jordan-bruno-genta-raul-28361.htm